Una vez admitido de forma oficiosa que la actitud del presidente ruso es un gesto hostil, las mismas fuentes sostienen que éste se vió agravado por la confusión de versiones para explicar lo ocurrido.

Siempre según las fuentes españolas, el portavoz del Gobierno, Josep Piqué, dió el argumento de la bronquitis de Yeltsin porque "eso fue lo que le dijo el propio Yelsin a Aznar" en la conversación telefónica.

Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitri Yakushkin, horas después dijo que el presidente estaba trabajando normalmente. Las fuentes diplomáticas no quieren entrar en la veracidad de lo dicho Yakushkin. Prefieren achacar lo ocurrido a los "usos" de la política rusa, heredados del régimen soviético "en el que, por sistema, siempre se negaban los rumores y noticias sobre la salud del líder".

En el informe que el Ministerio de Asuntos Exteriores entregóa la Moncloa argumentando los "pros y contras" del viaje, aseguran estas fuentes, no se mencionaba la posibilidad de un desplante de Yeltsin porque es "impredecible". Esto lo demuestra, dicen, las siete u ocho veces que lo ha hecho con anterioridad a otros mandatarios internacionales.

Ese informe sí cuestionaba la conveniencia del viaje, pero por el lado de que Aznar se iba a encontrar con un gobierno dimisionario y con un primer ministro, Sergei Stephasin, que no se sabía si iba a ser ratificado por a Duma (Parlamento).

No obstante, se decidió mantener el viaje por la importante cita con el mediador para los Balcanes, Viktor Chernomirdin, seguido del previsto encuentro con Yeltsin.

Desde el Gobierno español se prefiere resaltar ahora que Aznar se vió con Chernomirdin y con su homólogo, el primer ministro Stephasin, y que la entrevista con el presidente de la República, Yeltsin, entra dentro del "protocolo" de las relaciones de Estado.