LOS VECINOS DE FUENCARRAL CREEN QUE EL PLAN DE REALOJO DEL CONSORCIO ESTA AISLANDO CADA VEZ MAS A LOS GITANOS

MADRID
SERVIMEDIA

Las asociaciones de vecinos del distrito de Fuencarral-El Pardo han denunciado el proceso de aislamiento al que, en su opinión, son sometidas las familias de gitanos realojadas en poblados del norte de Madrid. "Quieren integrarlos y lo que hace el Consorcio para el Realojo de la Población Marginada es trasladarlos y hcinarlos", según Margarita Gutiérrez, presidenta de la Asociación de Vecinos de Santa Ana.

Los representantes de cuatro de las AA.VV. de la zona -Santa Ana, Valverde de Fuencarral, Amigos de Valverde y La Paloma- temen que el poblado de 83 chalés adosados del camino de La Quinta (en la carretera Fuencarral-El Pardo) se convierta en el gueto que es ya El Cerro de las Liebres, situado en la carretera a Colmenar Viejo.

La droga no ha tardado en aterrizar en el nuevo emplazamiento, inaugurado el pasao 13 de agosto. "El fin último de los programas de realojo es la inserción en la sociedad paya. Les meten en medio del campo y trasladan la patata caliente de la droga de la chabola al chalé", declaró a Servimedia una representante vecinal de Mirasierra, que prefirió permanecer en el anonimato.

Por su parte, José Luis Gómez, gerente del Consorcio para el Realojo de la Población Marginada, reconoce que erradicar el problema del narcotráfico en estos asentamientos "es muy difícil" y que el proceso de inegración de los "calés" ha de ser escalonado, "ya que no todas las familias pueden insertarse directamente en una vivienda de altura sin más".

Para la asociación Presencia Gitana, el trapicheo con droga es consecuencia de la marginación. "Antes de 1986 ningún gitano vendía droga", dijo un portavoz de la asociación, "pero no puede evitarse que ese aislamiento llame a la marginación".

CHATARRA Y "CABALLO"

No todos se dedican al negocio del "caballo" en La Quinta. La mayoría de las familias se gann la vida con la venta ambulante y en menor grado la recogida de chatarra y trabajos técnicos. Pero muchos de los que se dedicaban al narcotráfico en sus antiguas chabolas de La Cruz del Cura lo siguen haciendo ahora en su nuevo hogar.

La entrada y salida de estupefacientes se realiza en dos direcciones: desde el camino de La Quinta hacia la antigua Cañada del Norte, atravesando terreno rústico de la Cuenca del Manzanares, con salida a Mirasierra; y desde las calles Cerro del Castañar, Nuria y Marbell, con salida hacia Fuencarral pueblo y carretera de El Pardo.

Las motos y los coches de segunda y tercera mano de los drogadictos constrastan visiblemente con los mercedes, volvos, ford scorpios y todoterrenos impecablemente limpios que entran con sigilo en el poblado o dan la vuelta si detectan algo sospechoso en los alrededores. El trasiego de "yonquis" y traficantes comienza al caer la tarde y se prolonga hasta las 4 ó 5 de la madrugada.

EMPEZAR POR LOS "CHURUMBELES"

Por otra parte, la mayora de las asociaciones de vecinos consideran que los planes del Consorcio son perniciosos tanto para los adultos como para los "churumbeles" (niños). "En lugar de enviar a los chiquillos al colegio, con el resto de los chavales de su edad", opina Gutiérrez, "mandan una UTS (Unidad de Trabajo Social) para que les enseñe en el propio poblado. Así no se puede insertar a la gente".

Muchos gitanos son reacios a todo lo que implique integración en la sociedad "paya", por una parte ante el temor a perder su popia identidad y, por otra, por el miedo a no aprender a subsistir en un medio que siguen considerando hostil, según argumentó a esta agencia un portavoz de la A.VV. "Primitiva de Mirasierra".

La representante de Santa Ana considera, además, que la elección del emplazamiento de La Quinta fue más por conveniencia de los propietarios de los terrenos de la Cruz del Cura que por la búsqueda de un asentamiento apropiado.

"Nos consta que la Junta de Compensación (formada por los propietarios donde anteiormente tenían los gitanos sus chabolas) ha pagado muy bien los terrenos de La Quinta para poder construir chalés en el antiguo emplazamiento de La Cruz del Cura", indicó.

Según Gómez, los 83 nuevos adosados, cuyo coste fue de unos 650 millones de pesetas, fueron encargados por esa Junta de Compensación y abonados a la empresa de construcción Norden, S.A., bajo la promoción del Ayuntamiento de Madrid.

El proyecto inicial del Consorcio consistía en que no más de 70 familias ocuparan cada poblado.El emplazamiento de La Quinta albergó finalmente a 83, cifra que se ha incrementado a un centenar casi seis semanas después de inaugurado el poblado, con la aparición de chabolas cercanas a los adosados.

El poblado dispone desde hace unos días de una Unidad de Trabajo Social (UTS), cañerías de saneamiento y una acometida de fluido eléctrico. Sin embargo, la farmacia, el centro médico o el mercado más cercano están situados a un cuarto de hora, caminando a través del campo.

(SERVIMEDIA)
24 Sep 1992
F