Cuando recibió el devastador diagnóstico Bryden era funcionaria del gabinete del primer ministro de Australia, y tenía una prometedora carrera por delante. Los especialistas le dijeron que perdería el habla en cinco años y le dieron una esperanza de vida de ocho años como máximo.

Ninguno de los pronósticos se cumplió, y durante la última década la australiana se ha dedicado no sólo a escribir sobre esta enfermedad mental, sino también a recorrer el mundo dando conferencias para sensibilizar a la sociedad sobre el tema, y creando grupos de apoyo para enfermos.

También contrajo matrimonio con su actual marido, Paul, quien le ha ofrecido un gran apoyo en su labor a favor de las personas con demencia.

En una entrevista para el diario "The Guardian", Bryden se refiere al aislamiento que sufrió en un principio, al no encontrar asociaciones para pacientes en su país, donde sólo existían para los cuidadores.

A pesar de que su estado de salud sigue asombrando a los neurólogos, la escritora reconoce que se encuentra cansada y que le ha llegado el momento de tomarse la vida de forma más pausada. Aunque proyecta seguir viajando, ya no dará conferencias. Será su marido quien prosiga con esta labor.