La misiva, a la que tuvo acceso Servimedia, solicita a los ediles bilbaínos que asuman un posicionamiento crítico con "estos crueles espectáculos, que ya están siendo cuestionados por amplios sectores sociales e incluso por consistorios como el de Barcelona, que en abril del pasado año se declaró por amplia mayoría contrario a la celebración de corridas de toros en la ciudad".

La Asociación para un Trato Etico con los Animales pide "formalmente" a cada concejal de Bilbao que "no alimente con su presencia ningún acto que se sirva de animales, por lo que de agresión injusta hacia ellos implica".

"Nos referimos a las corridas de toros, pero también a los circos, y a algunas manifestaciones de nuestro deporte rural, a los espectáculos con vaquillas y, en general, a cualquier evento que se sustente en el sometimiento de seres indefensos", dice.

Por ello, Cárdenas se dirige en tono personal a cada concejal señalando que "usted no es un ciudadano más de esta sociedad. Ocupa una posición relevante en la misma y este hecho hace que cualquiera de sus comportamientos tenga un peso y un carácter simbólico al de cualquier otro ciudadano".

"Es por ello por lo que le rogamos adopte una actitud crítica hacia cualquier espectáculo público que utilice animales. Todos suponen para ellos situaciones agresivas que, en calidad de seres éticos, deberíamos intentar evitar", agrega.

Con respecto a las corridas de toros, el presidente de ATEA pide a los ediles bilbaínos que adopten "una postura no colaboracionista". "Le proponemos que manifieste de manera pública su crítica a estos espectáculos y, si lo considera oportuno, rechace cualquier invitación de la que sea objeto y haga pública su postura. Creemos que este tipo de actos simbólicos son muy importantes para avanzar hacia una sociedad más justa y respetuosa".

ATEA argumenta en la carta que "no existe lo que podríamos llamar un dolor 'animal' y otro 'humano' (de la misma manera que no tendría sentido hablar de un dolor 'de los pobres' y otro 'de los ricos', o hacer distinciones entre el sufrimiento de 'los europeos' y el de 'los africanos'), por lo que, al menos en teoría, deberíamos poner el mismo empeño en tratar de evitar cualquier sufrimiento gratuito a los demás".

"Un pueblo que tortura, en ocasiones hasta la muerte, a otros seres sensibles cuyo único delito ha sido nacer toro en lugar de águila imperial o perro, difícilmente puede recibir el calificativo de 'civilizado'", concluye.