El estudio analizó 934 menús de centros públicos, concertados y privados, para determinar si son saludables y lo suficientemente flexibles como para adaptarse a las particularidades de estudiantes con ciertas enfermedades, alergias o tabús alimentarios derivados de sus convicciones religiosas.

Ángel Ballesteros, técnico de la OCU, explicó que "las comidas escolares analizadas no son equilibradas y suelen repetirse las formas de preparación de los alimentos".

Ballesteros ha indicado que el consumo de pescado, fruta y verdura en los comedores escolares es muy escaso, lo que obliga a los padres a equilibrar las dietas de los niños en el resto de las comidas.

Del estudio de la OCU se desprende que la forma de preparar las comidas es poco imaginativa: las verduras en puré, la carne guisada, el pescado hervido o frito y patatas o ensalada como guarnición.

El estudio también pasa revista al precio de los menús. Los colegios concertados ofrecen sus comidas al precio más caro, una media de 94,21 euros al mes, seguidos de los privados, 89,80 euros de media, y los públicos, con una media de 68,40 euros mensuales.

Por todo esto, la OCU ha exigido a la Administración que la composición y elaboración de los menús sea controlada por nutricionistas, que se garantice la oferta de platos especiales para los escolares que lo necesiten, que se evalúen los requerimientos nutricionales de los escolares para que los menús se adapten a las nuevas necesidades y que se realice un posterior seguimiento en los centros para ver si se cumplen los mínimos establecidos.