Según el informe, obra de Alfonso Dubois, no está tan clara la vinculación entre organizaciones terroristas como Sendero Luminoso y los "carteles" de la droga, a pesar de que la Administración norteamericana tiende a asociar estrechamente ambos fenómenos.

Está demostrada la vinculación de los narcotraficantes con el comercio ilegal de armas con destino a grupos armados de toda índole, pero, argumenta Dubois, más bien parece que la guerracontra la droga es un pretexto para luchar contra la insurgencia armada en esos países. De hecho, cuando desaparece la actividad guerrillera, como en Colombia, no deja por ello de existir la delincuencia de los "narcos".

La experiencia del valle peruano del Alto Huallaga, con una superficie de entre 50.000 y 70.000 hectáreas dedicadas al cultivo de la hoja de coca, es ilustrativa.

Esta zona se convirtió a partir de 1983 en uno de los puntos de mayor concentración de la actividad antidroga impulsaa por Estados Unidos. Al final de la década de los 80, el 95 por ciento de la economía del valle seguía dependiendo de la coca y Sendero Luminoso había ampliado su base de apoyo.

La guerrilla peruana se encontró con una situación idónea para implantarse en el valle, según el CIP. "Una población cogida entre dos fuegos: la policía y el ejército por un lado, queriendo eliminar sus cultivos, y los narcos por el otro, explotándolos económicamente al extorsionar los precios de la hoja de coca", señala el etudio de Dubois.