La compañía vuelve a números verdes por primera vez desde antes de la pandemia, pues en 2019 obtuvo unos beneficios de 101 millones en los primeros nueve meses del año. En 2020, las pérdidas se elevaron a unos 470 millones.

Los ingresos se situaron en 1.273,4 millones de euros tras incrementarse un 1.273,4%, mientras que el beneficio bruto de explotación (Ebitda) mejoró un 408,6%, hasta los 328,5 millones.

Los gastos tuvieron un incremento del 76,7% respecto al mismo periodo del año anterior, hasta los 931,5 millones. La compañía los achaca a su “estrategia” y la “gestión eficiente de la estructura” de costes. Respecto a los costes energéticos, éstos han registrado un aumento que “se ha podido ver suavizado gracias a los esfuerzos en las negociaciones con nuestros proveedores de energía, junto con un uso más eficiente de dichos recursos”.

Asimismo, subrayó que su posicionamiento en el sector de lujo, el incremento de la demanda por habitaciones superiores y la mencionada eficiencia en la gestión les ha permitido “mejorar los márgenes respecto al tercer trimestre del 2019”.

A cierre de septiembre, la deuda neta se ha situado en 2.778,6 millones, lo que supone una disminución de 74,7 millones respecto a diciembre de 2021. La compañía recordó que está trabajando en una venta de activos que “espera cerrar en los próximos meses”.

La situación de liquidez (incluyendo la tesorería, así como las líneas de crédito no dispuestas) asciende aproximadamente a 352 millones, aunque Meliá subrayó que en dicha liquidez “no se incluye el cobro de las ayudas directas del Gobierno alemán, por importe de 40 millones, que se espera sea en breve”.