La agresora conversaba tranquilamente con una enfermer que se encontraba de libranza sin dar síntomas de desequilibrio o problema psíquico y, sin mediar discusión alguna, hirió a la enfermera en pleno corazón.

El testigo señaló que el cuhillo empleado, de unos 15 centímetros de longitud, tenía que proceder de la zona de cocina y pudo cogerlo durante la hora del desayuno, lo que supone que se paseó durante algún tiempo por el hospital con el arma oculta en la bata.

Durante el tiempo que duraron las agresiones, el personal del hospital, entre ellos ese testigo, cerraron las puertas de las habitaciones y gritaron a los familiares y enfermos que se encontraban en el pasillo para que lo desalojaran.

Guardas de seguridad de la Fundación lograron reducir a la agresora, que dejó tras de sí 7 heridos más, una paciente que murió al poco tiempo y otros dos que permanecen en estado muy grave.

Al llegar a la clínica, la policía recluyó a la agresora en una habitación del hospital. Familiares y pacientes tuvieron que ser atendidos por el personal sanitaro de crisis nerviosas y, aun a la hora de redactar esta información, pasadas las seis de la tarde, no se ha podido restablecer la normalidad.