Otros cuatro millones de personas viven todavía en áreas de Ucracia, Bielorrusia y Rusia contaminadas a niveles que resultarían inaceptables en laboratorios occidentales.

Sus vidas están alteradas. Los niños no pueden jugar en muchos sitios de sus barrios, las autoridades soviéticas han recomendado a la población que no tengan hijos, todos los comestibles y el agua son sospechosos y en muchas regions está prohibido cultivar verduras.

Entre los fallecidos figuran 250 personas que trabajaron en la central durante el accidente o en las operaciones de limpieza. Además, los índices de leucemia han crecido desde el accidente y los casos de cáncer en los alrededores de Chernobyl se duplicaron.

Según Yuri Koryakin, economista de la industria nuclear soviética, el coste total del accidente hasta el año 2000 será de 30 billones de pesetas.