Según el fallo del jurado de este galardón, al que este año concurrieron más de cuatrocientos edificios terminados entre 1993 y 1994, la obra de Moneo y Solá-Morales, situada entre dos sectores antagónicos de la edificación bacelonesa, ha transformado el vacío existente en un nexo de unión.

La propuesta de los dos arquitectos, seleccionada en un concurso internacional celebrado en 1986, consiste en un edificio longitudinal que corre paralelo a la Diagonal a lo largo de una manzana de trescientos metros, emplazando tras él un parque en el que se levanta un hotel, un centro de convenciones y unas escuelas.

El proyecto ha concentrado en el edificio de fachada la mayor parte del volumen permitido por las ordenanzas, quebrndo y segmentando la planta y el perfil para evitar una excesiva masificación, al tiempo que se han perforado con pasos al interior del conjunto, cruciales para conseguir la permeabilidad de la manzana.