Martín García no llegó a tiempo de impedir la unión no deseada por él, pero sí de retener al animal. Cuando apareció el propietario del potro, le recriminó lo sucedido, a lo que el dueño del equino contestó que no podía hacerse responsable de los impulsos sexuales de su potro.

Ante la falta de acuerdo, Martín García se dirigió a la comisaría de San Sebastián de los Reyes y formuló una denuncia, por entender que la inseminación no autorizada de su dos yeguas de raza le causa un perjuicio del que tiene que responder.