Villarejo Gil declaró esta tarde a continuación de su padre y se negó a responder a las preguntas de la Fiscalía, limitándose a contestar a su abogado. Su nombre figura como acusado en la pieza ‘Pintor’ relativa al encargo de los hermanos Muñoz para espiar a un empresario que les debía dinero y a su abogado y exjuez Francisco Javier de Urquía.

Según la declaración de Muñoz, el joven asistió a una reunión celebrada en el despacho que tenía el comisario jubilado en Torre Picasso en la que se trató sobre el plan para espiar a Urquía. Villarejo Gil negó tener relación alguna con lo tratado en la reunión y ratificó la versión dada esta mañana por su padre: “Recuerdo que entré puntualmente a conectar un cable y salí. Me pidieron que apagara la luz y la luz está en la puerta principal de la oficina, fuera de la sala de juntas. No volví a entrar. No tenía sentido que estuviera allí”.

El acusado insistió en que nunca tuvo nada que ver con el encargo y dijo conocer únicamente a Juan Muñoz de entre todos los acusados por esta pieza. Luego puntualizó que en una ocasión acudió a recoger al empresario “y a su señora” para llevarles “de un sitio a otro”. Y zanjó: “Fue el traslado pero nada más. No he hablado con ellos más allá de eso”.

Por la mañana, su padre acusó a Muñoz de “vender” a su hijo a cambio del pacto con la Fiscalía a la que acusó de presionar al empresario para que mintiera y defendió que “hay un umbral que no se debe pasar. Haber presionado para que impliquen a mi hijo porque entra y pone un cable es un acto canallesco”.

También cargó contra Juan Muñoz al que describió como un “cobarde” y un “impresentable”, llegando a advertir que “con los hijos no se juega. Lo siento mucho por ella (Ana Rosa), que la quiero mucho y es mi amiga, pero sus hijos no son más importantes que los míos”.