EL GOBIERNO INICIA LA EXTRADICION DEL PADRE QUE SECUESTRO A SU HIJA EN 1998 PARA QUE PUEDA SER JUZGADO EN ESPAÑA
- La madre de la menor afirma que es "un gran logro" y espera que sea el primer paso para resolver los 180 casos que hay pendientes
El texto se ha copiado correctamente en el portapapeles
El Gobierno ha decidido iniciar el proceso de extradición de Tomás Araujo Bernabé, el hombre que secuetró a su hija de 4 años en las navidades de 1998, lo que le convierte en el primer padre español que podrá ser juzgado por este delito.
La Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas y la Asociación Galega de Nais dirigieron esta semana un escrito al ministro de Justicia, Angel Acebes, en el que instaban al Gobierno a que en este último Consejo de Ministros, celebrado ayer, resolviera la extradición de Tomás Araujo, ordenada por el Juzgado número 2 de Alcobendas.
"Ahora la extradición ya está eectuándose", confirmó a Servimedia la madre de la menor, Marisol del Real. "La actuación del ministerio ha sido muy buena y hemos conseguido que los jueces empiecen a tipificarlo como un delito de secuestro", aplaudió.
"Ya no sólo por mí, sino por las 180 mujeres que hay pendientes todavía, es un gran logro". A partir de ahora, añadió, los padres ya no se van a quedar tan impunes a la hora de secuestrar a los niños. "Es el primer paso para evitar estos secuestros", concluyó.
Un estudio realizado or la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas cifra en alrededor de 150 el número de niños y niñas españolas que se encuentran en la actualidad secuestrados por uno de sus progenitores, en la mayoría de los casos por su padre.
La sustracción más frecuente es la de un solo menor, aunque en algunos casos son más. Niños y niñas son indistintamente vulnerables al secuestro parento-filial y ofrecen mayor riesgo cuanto menor es su edad. En general, los menores de dos años son las víctimas más frecuents, seguidos de los comprendidos entre los 3 y los 5 años y, en último término, está la franja de entre 6 y 7 años de edad.
En España, la edad media de los niños y niñas desaparecidos en estas circunstancias es de 3 años en el momento de su desaparición. Algunos menores tenían apenas meses.
PERFIL DEL SECUESTRADOR
La edad media del progenitor que secuestra a su hijo es de 28 a 40 años. Utilizan varios medios de transporte para ejecutar el secuestro y los menores suelen ser raptados durante las hras de visitas o vacaciones establecidas por el juzgado.
El secuestrador, según el informe, suele comunicarse con el otro progenitor una vez efectuado el secuestro, para anunciarle que no volverá a ver al pequeño, y no suele utilizar la fuerza física para llevarse al niño.
En un 50 por ciento de los casos cuenta con cómplices. Estos suelen ser miembros de la familia, amigos o compañeros actuales del secuestrador. Además, el raptor habitualmente amenaza al otro progenitor con el secuestro del meno mucho antes de efectuarlo, poniendo condiciones abusivas a cambio de no hacerlo.
A menudo, el sustractor se considera por encima de la ley, menospreciando las resoluciones judiciales. En no pocas ocasiones, según el estudio, se utiliza este tipo de secuestros con el fin de obligar al otro progenitor a retirar sus acciones legales y a restaurar la convivencia o, en otros casos, para que su pareja acepte condiciones patrimoniales o económicas abusivas.
Asimismo, Ana María Pérez del Campo, presidena de la federación, advierte de que las consecuencias de un secuestro parento-filial son muy graves para el menor, según los resultados del estudio, entre otras cosas porque generalmente se le traslada clandestinamente del hogar y fuera de su país de origen.
Se priva al niño de toda comunicación con el otro progenitor y muchas veces se le engaña diciéndole que éste ha muerto o que le ha abandonado. En la mayoría de los casos se convierte al pequeño en fugitivo, sometiéndole a un permanente cambio de lgar para burlar el control policial.
Normalmente, el niño secuestrado presenta sentimientos de frustración o depresión, pueden sufrir malnutrición, en casos extremos algunos sufren abusos sexuales o maltrato físico, son muy vulnerables, muestran deficiencias de integridad emocional y en la mayoría de los casos el menor que ha sufrido estas circunstancias genera una posterior conducta antisocial.
(SERVIMEDIA)
10 Jun 2000
SBA