"No estoy insatisfecho, ni muchísimo menos", dijo Fungairiño a los periodistas que cubren habitualmente la información de la Audiencia Nacional. Fungairiño agradeció a sus compañeros de la Fiscalía de la Audiencia Nacional el apoyo y la colaboración que le han dispensado. Sin su presencia, indicó, su trabajo al frente de la Fiscalía de Audiencia Nacional "no habría dado resultado alguno".

Fungairiño negó que su marcha se deba a diferencias con el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido. "Con los fiscales generales nunca hay discrepancias. Por eso son fiscales generales, claro", dijo.

Señaló que durante todo el tiempo que ha estado al frente de la Fiscalía de la Audiencia Nacional ha tratado de cumplir con su deber.

Eduardo Fungairiño manifestó que entre los casos más importantes en los que ha trabajado se encuentra el del síndrome tóxico, del que dijo fue "más llamativo, el más trágico, el más tremendo", pero recordó que ha trabajado también en causas sobre ETA y sobre los GRAPO.

Nacido en Madrid el 30 de mayo de 1946, Fungairiño ingresó en la Escuela Judicial como fiscal en prácticas en noviembre de 1972.

El 18 de mayo de 1973 fue nombrado abogado fiscal en la Audiencia Provincial de Barcelona, donde permaneció hasta el 14 de febrero de 1980, cuando fue asignado como fiscal en la Audiencia Nacional.

El 1 de junio de 1988 fue nombrado teniente fiscal de la Audiencia Nacional y el 30 de mayo de 1997 fue elegido fiscal jefe de esta casa, cargo que ha ocupado hasta hoy.

A lo largo de su carrera ha sido condecorado con la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort, con la cruz distinguida de primera clase de la misma orden.

También se le ha otorgado la Gran Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco, así como con la Cruz de Plata de la Orden del Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil.

Internacionalmente ha sido condecorado con la Gran Oficial de la Orden Nacional al Merito de la República de Ecuador y con la Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa.