El escritor rechazó el ofrecimiento de Beatriz Pottecher, escritora y directora del curso, para que se sentara en la mesa de ponentes, donde estaba colocado un letrero con su nombre, que no quiso retirar.

Así, pudo estar en dos sitis, entre los alumnos y en la mesa presidencial, donde su nombre permanecía delante de una silla vacía.

Umbral se colocó en segunda fila para oir hablar de sí mismo a los alumnos y amigos asistentes al curso, como si de otra persona se tratara. Y asentía de vez en cuando.

También, en ocasiones, mandó a alguno de sus "alumnos" para le trajese un whisky.

Por la tarde, llegó a El Escorial Fernando Fernán Gómez, que pretendía a hablar de Umbral, para lo que estaba convocada una rueda de prensa. Pero sin dar explicaciones, Umbral no lo soportó y se limitó a sentenciar: "No hay rueda de prensa con Fernando Fernán Gómez", espetó.

Los periodistas fueron desapareciendo en bloques y, al ver la desbandada, Umbral preguntó al responsable del gabinete de prensa qué sucedía. "Se van porque no hay declaraciones con Fernando Fernán Gómez", le explicaron.

Tomó la palabra y dijo: "Ahora habrá una gran rueda de prensa". Pero no la hubo.