Así se desprende del último informe climatológico mensual de la agencia estadounidense NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica). El documento, recogido por Servimedia, indica que el calor de agosto, combinado con temperaturas muy altas en junio y julio, contribuyó a que este verano haya sido el más cálido en Europa desde 1910.

El calor excesivo y persistente aumentó la demanda de evaporación, que, junto con lluvias por debajo de lo normal, empeoró las condiciones de sequía desde España hasta Alemania y desde las islas británicas hasta los Balcanes, según la NOAA.

No obstante, en agosto se produjo un alivio a corto plazo en la situación de sequía en algunas partes del este y el norte de Europa, donde el mes pasado fue casi más húmedo de lo habitual.

Sin embargo, las condiciones secas persistieron durante los últimos 9 a 12 meses en algunos indicadores de sequía, especialmente en el sur del continente. Las aguas subterráneas y la humedad del suelo se agotaron, los ríos tenían caudales bajos y la vegetación se estresó en la mayor parte del territorio europeo.

Por otro lado, la temperatura de la superficie del planeta entre junio y agosto fue 0,89 grados superior a la media del siglo XX, que es de 15,6 grados. Se trata del quinto trimestre de junio a agosto más cálido en el registro global de temperaturas -que comienza en 1880-, empatado con los de 2015 y 2017. Se trata de solo 0,05 grados menos que junio a agosto de 2016.

Los cinco periodos más cálidos de junio a agosto desde 1880 en la Tierra han ocurrido desde 2015.

Ese trimestre fue el segundo verano más caluroso jamás registrado en 143 años (en el hemisferio norte) y el décimo invierno más cálido (en el hemisferio sur).

Por regiones, el trimestre de junio a agosto resultó ser el verano más cálido nunca observado en Europa, con 2,41 grados por encima de lo normal, y el segundo en Asia (1,46 grados más) y en América del Norte (1,45 grados más), en tanto que empató con el de 2002 como undécimo más caluroso en África.

ALGUNOS PAÍSES

Entre junio y agosto hizo más calor de lo normal en la superficie terrestre de gran parte de América del Norte; Europa; Asia occidental, oriental, sudoccidental y sudoriental; gran parte del norte y este de América del Sur; el norte y el sur de África, y el oeste de Australia.

Partes de Europa occidental, China y el sudeste de Asia experimentaron múltiples olas de calor y registraron temperaturas cálidas récord durante el trimestre veraniego.

En cambio, las temperaturas superficiales estuvieron cerca o por debajo del promedio en partes de la costa oeste y sur de América del Sur, el centro de Rusia, Pakistán y el noreste de Australia.

En cuanto a la temperatura de la superficie oceánica, fue superior a la media en gran parte del Pacífico norte y oeste, zonas del Pacífico suroeste y la mayor parte del Atlántico y el Índico oriental. Hizo más frío de lo habitual en amplios lugares del Pacífico tropical central y oriental.

Ninguna parte de la superficie del mundo tuvo una temperatura fría récord entre junio y agosto.

Respecto a algunos países, este verano meteorológico fue el más caluroso jamás registrado en España desde 1961, en Hungría en 121 años y, empatado con 2018, en Inglaterra desde que los registros comenzaran en 1884, así como el segundo en Eslovenia desde 1961 y en Francia, el tercero en los Estados Unidos contiguos y el sexto en Chequia, mientras que este invierno meteorológico resultó ser el más cálido y húmedo en Nueva Zelanda.