Los procesados son Iñigo Vallejo Franco, Zigor Orbe Sevillano, Jon López Gómez, Francisco Javier Saaba Merino, Leire Etxebarría Simarro y María Rey Pallero.

Según el escrito de conclusiones del fiscal, el 28 de septiembre de 1996, con motivo de las fiestas de Basauri, los cuatro chicos decidieron quemar un autobús de la empresa "Bizkaibus", para lo que se repartieron líquido inflamable, dos "cócteles molotov", piedras y unos pasamontañas que se colocaron para no ser identificados.

Los cuatro jóvenes atacaron el autobús tras recibir la señal acordada por Leire Etxebarría y María Rey, que se haban colocado en la parada del autocar para avisarles de la llegada del vehículo.

Uno de los procesados roció el autobús con el líquido inflamable, mientras otros dos lanzaron sendos "cócteles molotov", de los cuales sólo uno llegó a prender dentro del vehículo, provocando el fuego y una gran humareda.

El conductor del autobús, Manuel Fernández González, se vio obligado a salir por la ventana con la ayuda de varias personas que acudieron a socorrerle. Los daños materiales causados en el autocar ascndieron a 1.600.815 pesetas.

Según el escrito del fiscal, el ataque descrito se realizó "en el marco de la campaña de reivindicación relativa a la situación de los presos de la organización terrorista ETA".

TENTATIVA DE HOMICIDIO

El fiscal considera que los hechos descritos son constitutivos de un delito de terrorismo y otro de tentativa de homicidio, por lo que pide un total de 25 años para cada uno de los seis procesados en esta causa.

Asimismo, estima que los seis procesados deberán indmnizar al conductor con 9.450.000 pesetas (4.450.000 por los 445 días que permaneció incapacitado por el ataque, y 5.000.000 pesetas por las secuelas físicas y psicológicas).

Además, deberán reembolsar a Manuel Fernández los gastos médico-farmacéuticos que ha tenido que sufragar para hacer frente al tratamiento sanitario al que ha tenido que someterse para recuperarse y soportar algunas de las secuelas que aún padece.

El conductor sufrió quemaduras en ambos brazos y en la cara, por lo que tuvo qu ser antendido en la Unidad de Quemados del Hospital de Cruces. Como consecuencia del ataque, Manuel Fernández ha quedado parcialmente sordo del oído derecho, ha perdido elasticidad cutánea y tiene hiposensibilidad en ambas manos (con escasa reacción ante el frío o el calor), entre otras secuelas.

Además, la víctima tiene varias cicatrices en los muslos y en ambas manos, no puede cerrar el puño de una de ellas y sufre problemas de articulación. Psicológicamente, Manuel Fernández padece una "ansiedad lve y puntual" producto del ataque, que le hace sentirse amenazado.