El suceso ocurrió en febrero de 1991, cuando Ana María Jerez Cano contaba con 9 años de edad, y ha dao un nuevo giro al conocerse un manuscrito supuestamente escrito por un herbolario ya fallecido en el que éste se confesaría como autor del crimen, como parte de un rito satánico.

El letrado José Luis Sainz Arribas ha solicitado, entre otras diligencias, que el gabinete caligráfico de la Dirección General de la Policía dictamine si la letra y firma que figuran en el manuscrito del herbolario son auténticas.

El manuscrito fue entregado a la justicia por el vidente Emilio Martín Ortega. En él, el hrbolario se confiesa además autor de la profanación de tumbas registrada hace unos años en el cementerio de La Soledad, de Huelva.