Entre los efectos de los estrógenos más visibles destacan los observados en la fauna marina, incluida la feminización de peces y de invertebrados. En la población humana se cree que podrían estar relacionados con la creciente infertilidad observada en los últimos años en algunos países, en los que ha descendido el nivel de espermatozoides, así como con la creciente incidencia de cáncer testicular y otros trastornos relacionados con la esterilidad masculina.

El origen de los contaminantes estrogénicos puede ser tanto industrial como natural. Hormonas femeninas como el estradiol, el estriol o la estrona, que se hallan de forma natural en la mujer y, en menor cantidad, en el hombre, se pueden encontrar en aguas residuales de núcleos urbanos. Otra fuente de compuestos estrogénicos son las hormonas sintéticas como el etinilestradiol, un potente estrógeno que se prescribe como anticonceptivo y como tratamiento de varios cánceres, especialmente de próstata y de mama.

El metabolismo humano no absorbe totalmente este compuesto cuando lo consume, sino que excreta una parte, la cual va a parar a las aguas residuales. Dado que las plantas de tratamiento no pueden extraer totalmente los compuestos estrogénicos, una parte de estos acaban finalmente en los ecosistemas acuáticos.

El nuevo sistema, desarrollado en el Departamento de Química Ambiental del Instituto de Investigaciones Ambientales (CSIC) y dirigido por el profesor Damia Barceló, combina distintas tecnologías, como extracción en fase sólida, cromatografía líquida, electrospray y espectrometría de masas.