Estaba previsto que a la inauguración del Museo Chillida Leku acudiese el rey don Juan Carlos, además de diversas personalidades.

La sentencia considera probado que Ivón Etxezarreta y Carrasco Aseguinolaza formaban en septiembre del año 2000 parte del "comando Erezuma" de ETA y que, tres días antes de su inauguración, colocaron en una zona boscosa cercana al Museo Chillida Leku ocho tubos lanzagranadas.

Dentro de cada tubo habían instalado una granada Mekar 40, con entre 17 y 21 gramos de pólvora, y un temporizador para que fueran lanzadas simultáneamente en el momento de la inauguración.

"Las granadas tenían una potencialidad de muerte para cualquier persona que se encontrara a cinco metros en el radio de su explosión, y posibilidad de alcance que oscilaba en torno a los 400 metros, con posibilidad también de causar graves lesiones y daños en un radio de 30 metros alrededor de su lugar de explosión", explican los magistrados.

Sobre las 11,30 de la mañana del día de la inauguración, el 16 de noviembre de 2000, la Ertzaintza procedió a realizar un "reconocimiento exhaustivo" de la zona y encontró las granadas, frustrando así el atentado.

Los explosivos eran los mismos que se habían encontrado en el domicilio de Carrasco Aseguinolaza, donde también se encontraron tubos lanzagranadas, armas cortas y largas, teléfonos móviles y diversa documentación.

Los magistrados destacan en la sentencia que "la intervención de la Erchancha (sic) evitó el gravísimo resultado lesivo que pretendían los acusados".

Así, condenan a Ivón Etxezarreta Etxanitz y a Luis María Carrasco Aseguinolaza a 15 años de prisión cada uno por un delito de terrorismo en grado de tentativa.