Los niños llegaron en enero vía Lima a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en un grupo que integraba a unas setenta personas, según informa la Universidad de Granada.

Sin embargo, los problemas de visado impidieron que fueran llevados a Brasil o Argentina. Una investigación de la policía boliviana corroboró que los 25 menores no iban acompañados por sus familiares.

Ya en el mes de febrero los parientes de los menores comenzaron a reclamarlos desde Haití. Por ello, la Fiscalía General de Bolivia requirió la colaboración del Laboratorio de Genética Forense del Instituto de Investigaciones Forenses boliviano, que aplicó el protocolo español de actuación de “DNA-Prokids”.

Los resultados apuntaron como las siete madres y el padre que reclamaban a los trece menores eran efectivamente progenitores de los desaparecidos.

Otros doce niños continúan sin identificar en Bolivia a la espera de ser entregados al gobierno haitiano.