Zonas áridas del sureste de España emiten más CO2 a la atmósfera de lo que se creía

MADRID
SERVIMEDIA

El proceso de ventilación subterránea en una zona semiárida del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar (Almería) provoca emisiones extremas de dióxido de carbono (CO2) no detectadas hasta ahora, lo que afectaría negativamente al calentamiento global.

Así lo afirman investigadores de la Universidad de Granada, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Arizona (Estados Unidos) a través de un estudio realizado durante seis años.

Durante las últimas décadas, muchas investigaciones se han centrado en el intercambio de gases efecto invernadero entre la atmósfera y la biosfera, especialmente en el intercambio de CO2, el gas que más ha aumentado en la atmósfera, según informó la Universidad de Granada.

Un tercio de las emisiones de CO2 debidas a la actividad humana son absorbidas por ecosistemas terrestres, como la tundra, los bosques, las selvas tropicales, los humedales o los desiertos. Por tanto, cualquier perturbación en estos ecosistemas puede ser crucial en un contexto de cambio climático.

En este sentido, los ecosistemas cuyo funcionamiento ha sido ampliamente estudiado se corresponden con zonas templadas (América del Norte y Europa central). Por el contrario, el papel de las regiones áridas ha sido hasta hace muy poco ignorado, a pesar de que varios estudios han demostrado su gran influencia en la variabilidad del balance global de carbono.

“El presente estudio demuestra la gran importancia de la ventilación subterránea motivada por el viento, un proceso comúnmente obviado que consiste en la salida de aire cargado de CO2 desde el subsuelo a la atmósfera cuando el suelo está muy seco, fundamentalmente en verano y en días ventosos”, explica Ana López Ballesteros, investigadora de la Universidad de Granada y de la Estación Experimental de Zonas Áridas (CSIC), quien destaca que otro aspecto estudiado es el relacionado con la procedencia del CO2 acumulado en el subsuelo.

CALENTAMIENTO GLOBAL

Los investigadores registraron datos de CO2 en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar entre 2009 y 2015 mediante una técnica usada internacionalmente (covarianza de remolinos), junto con sensores subterráneos de CO2 y medidas micrometeorológicas.

La creencia mayoritaria en la comunidad científica era que el balance de carbono de los ecosistemas semiáridos es neutro, es decir, que la cantidad de CO2 que es absorbido mediante la fotosíntesis que realizan las plantas es compensado con la cantidad emitida a través de la respiración de animales, microorganismos y plantas.

Sin embargo, este estudio demuestra que hay grandes cantidades de CO2 acumulados en el subsuelo y que en determinados momentos pasan a la atmósfera por el proceso de ventilación lo que provoca emisiones adicionales de dióxido de carbono. Concretamente, los resultados de esta investigación confirman que durante los últimos es ha emitido en torno a un kilo de carbono por metro cuadrado.

Según los investigadores, esta gran emisión de CO2 no puede ser debida a la actividad biológica del ecosistema dado que se trata de una zona donde hay un gran estrés hídrico y una limitación de nutrientes, lo que hace que la actividad biológica de microorganismos, animales y plantas sea muy baja. La hipótesis es que el carbono se transporta subterráneamente desde otros sitios con mayor actividad biológica.

Aunque se necesitan más investigaciones para conocer mejor los procesos que componen el ciclo del carbono en los ecosistemas áridos, los investigadores que han realizado el estudio concluyen que “los resultados obtenidos constituyen un gran avance en el conocimiento del ciclo de carbono de las regiones áridas, señalando su gran complejidad y su posible relación con el movimiento subterráneo de agua y de aire”.

“En un contexto de cambio climático, esta situación afectaría negativamente al calentamiento global, dado que una parte de los ecosistemas naturales, en lugar de absorber el CO2 emitido a través de la quema de combustibles fósiles, estarían añadiendo CO2 a una atmosfera donde los gases de efecto invernadero no paran de aumentar”, concluye Francisco Domingo Poveda, de la Estación Experimental de Zonas Áridas.

(SERVIMEDIA)
22 Feb 2017
MGR/caa