El acto, que se desarrolló de forma pacífica y silenciosa durante 30 minutos, fue convocado por la Fundación Equanimal y ocupó buena parte de la plaza de Callao.

Una treintena de activistas desafiaron al frío al tumbarse sobre una gran lona blanca, totalmente desnudos en postura fetal y con banderillas y un colorante alimentario que simulaba ser sangre en sus espaldas, y formaron con sus cuerpos las letras “SOS”.

Mientras estos activistas tiritaban por el frío, unas 80 personas vestidas de negro se arrodillaban al suelo con las manos manchadas de sangre y con pancartas en las que se podía leer: "Tauromaquia abolición".

Detrás, cerca de un centenar de personas sujetaban grandes pancartas, con los lemas "La tortura no es cultura" y "No pueden esperar más. Derechos para los animales ya", y otras pequeñas alusivas a la supresión de las corridas de toros.

Alrededor de estos dos centenares de activistas se arremolinaban decenas de curiosos que querían observar la escena e inmortalizaban el acto con sus cámaras de fotografías.

Uno de los portavoces de la Fundación Equanimal, Rafael Boró, señaló a Servimedia que la intención de declarar las corridas de toros como Bien de Interés Cultural será, a su juicio, "un paso atrás gigantesco en la lucha por los derechos de los animales y contra el progreso de España en general".

"Los sectores taurinos donde tienen poder político intentan blindar las corridas de toros, evidentemente con oportunismo político, pero lo que se reconoce como Bien de Interés Cultural son sitios, como reales jardines, monumentos, catedrales y conjuntos históricos. Declararlo para las corridas de toros no tiene ningún sentido y es una atraso bastante importante para España", concluyó.