20-D. Sánchez esgrimió la corrupción del PP como arma electoral en la recta final de campaña

- Apela en toda la campaña al 'voto útil'

MADRID
SERVIMEDIA

El secretario general del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, utilizó la corrupción del Partido Popular como arma electoral contra su principal adversario político, el candidato del PP a la reelección y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la segunda semana de campaña.

El líder socialista se presentó durante todo el periodo electoral que concluye este viernes como la “única alternativa” para un cambio posible de Gobierno y apelando al “voto útil”, frente a los dos “nuevos” partidos emergentes que querían asaltar los primeros puestos según las encuestas.

En sus intervenciones, que le han llevado a recorrer en los quince días de la campaña electoral todas las comunidades autónomas menos Cantabria y Navarra, insistió en que en esta ocasión el “voto útil es más útil que nunca”.

Remarcó las diferencias con “los nuevos”, en alusión a Ciudadanos y Podemos, identificando a la formación de Albert Rivera como de derechas y alertando de que votarla supondría “apuntalar” a Rajoy en la Moncloa, y al partido de Pablo Iglesias como que su intención es ser el PSOE y que busca “arañar” los votos de los socialista, y votar a Podemos sería dividir el voto del cambio.

VOTO ÚTIL

Sánchez comenzó y concluyó la campaña con todas las encuestas en su contra, ya que en ningún momento lo sitúan por delante del Partido Popular, que siempre mantuvo la primera posición, y acechado por Podemos y C’s, de manera que en algunas caía a la tercera posición.

Arrancó en Getafe en la ‘pegada de carteles’ afirmando que “sólo” necesitan “un voto más que el PP”, que “el cambio es posible, urgente y necesario” y que “las nuevas fuerzas políticas son viejos conocidos”, por lo que “el único partido de izquierda que puede ganar a las derechas de Rajoy y de Rivera es el PSOE".

No obstante, en el primer día de campaña unas palabras de Sánchez llevaron a interpretar que pactaría incluso un tripartito para lograr el Ejecutivo y desbancar al PP. Ahí nacieron los “frentes” y los “anti” que han ido marcando la campaña. Primero el PP acusó al PSOE de apostar por un “frente anti-PP” que marcó la jornada del Día de la Constitución.

Ese día, en el Congreso, el candidato del PSOE aclaró en una conversación informal con periodistas que no baraja los ‘tripartitos’ y que aspira a gobernar “con todos, tendiendo la mano a todos”, pero que para ello tiene que “ganar las elecciones”.

Pese este “bucle” que se generó, Sánchez seguía con su estrategia de que en las encuestas se refleja que el Gobierno sigue disputándose entre PP y PSOE, mientras que los partidos emergentes están en la pelea por la “medalla de bronce”. “Muchos caminos” pueden llevar a un gobierno del PP, pero “sólo uno al cambio”, que a su juicio es el PSOE, defiende.

DEBATES

Con esta situación de frentes llegó el primer debate de la campaña electoral en el que se vieron las caras los candidatos de PSOE, de Podemos, Pablo Iglesias, y de Ciudadanos, Albert Rivera, así como la vicepresidenta de Gobierno y número dos de la lista del PP por Madrid al Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría.

Tras este debate organizado por Atresmedia, del que Sánchez se vio como un claro vencedor, partió la idea en el seno socialista del “frente anti-PSOE”. Le dieron un giro a la campaña para insistir en que “todos” estaban contra Sánchez porque lo ven como el “vencedor” de los comicios.

Es entonces cuando Sánchez empieza con una táctica de ataques más directos a Podemos y anima a la militancia a sacar la “raza” que llevan “dentro” para ganar las elecciones. Incluso días después dice que Iglesias “no tiene pinta” de ser candidato a la Presidencia del Gobierno.

Pero es justo en este momento cuando el líder del PSOE demuestra que ha puesto toda la maquinaria para lograr la victoria del 20-D porque llega a afirmar en varias entrevistas que para él sería un “fracaso” si el PSOE no gana las elecciones.

Insistía en que Podemos “sólo pide el voto para atacar al PSOE” y que Ciudadanos lo hace para “gobernar con el PP”, mientras que el PSOE lo pide para “crear empleo con derechos, reconstruir el Estado de bienestar y para echar al amigo de Bárcenas de La Moncloa”.

CORRUPCIÓN

Y coincide que saltan los casos de presunta corrupción de dos diputados del PP, uno de ellos embajador de España en la India –dimitió días después-, sobre el cobro de comisiones por contratos a empresas en el exterior.

A partir de entonces la percha electoral de la corrupción asoma en los discursos de Sánchez de manera más visible y acusa al PP de tener “tal excedente” de corrupción que la “exporta al exterior”.

Esta estrategia la mantendrá hasta el debate con el candidato del PP y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. En el 'cara a cara', Sánchez sube la tensión y acusa al líder popular de no ser decente por no haber dimitido tras los distintos casos de corrupción que rodean al PP.

El intercambio de acusaciones entre Rajoy y Sánchez y el PP y el PSOE tras el debate marcó los días finales de la campaña. En el PSOE, convencidos del “repaso” que Sánchez le había dado al presidente del Gobierno “desmontando” sus “mentiras” de estos años, mientras que los populares denunciaban la agresividad y los insultos del líder socialista.

Desde ese 'cara a cara', el PSOE se centró en la corrupción como arma electoral y el líder socialista emplea en sus intervenciones diferentes mensajes que identifican al PP con casos de corrupción. De hecho, asegura que “no hay letras en el abecedario para definir su corrupción".

"La A de Arístegui, la B de Bárcenas, la C de Camps, la E de Aguirre, la G de Granados, la F de Francisco Correa... ¡No hay letras en el abecedario para definir la corrupción del PP!", expresó el líder socialista para regocijo de su militancia, que se mostraba muy contenta por su actuación en el debate con Rajoy. Incluso él mismo decía que le había dicho “a la cara” a Rajoy la “verdad” y lo que “piensan millones de españoles”.

CINCO CONSEJOS

Además de los ataques al resto de formaciones, Sánchez expuso en cada discurso sus medidas, destacando aquellas que piensa adoptar de inmediato en sus cinco primeros Consejos de Ministros en caso de llegar a La Moncloa: reindustrialización, derogar reforma laboral y nuevo Estatuto de los Trabajadores; pacto educativo y de ciencia; pacto por la violencia de género; crear un ingreso mínimo vital para combatir la pobreza infantil severa en cuatro años; y poner en marcha comisión parlamentaria para reforma de la Constitución.

Pero para ello, el líder del PSOE asegura que deben “tener un voto más que el PP” para formar Gobierno. Sostiene que la lista más votada tiene obligación de intentar formar Ejecutivo, pero siempre apostilla que quien gana la liga es quien más puntos tiene y que el español es un sistema parlamentario.

Para lograr la victoria, el secretario general del PSOE apeló en estos dos últimos días a la “ilusión” y a sus bases, a las que en los últimos días ha movilizado el partido al máximo consciente del potencial que tiene el PSOE en su estructura frente a los partidos emergentes.

De hecho, el líder socialista llegó a pedir "ponerse algo rojo" para empezar con suerte el año y nada mejor que un Gobierno socialista al frente de España.

Para lograr esta victoria, Pedro Sánchez ha contando con el respaldo de los dos expresidentes socialistas, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que le han acompañado en un mitin cada uno, así como de los barones socialistas y presidentes autonómicos.

El más destacado en este caso fue el respaldo, por dos veces, de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que cerró filas y se mostró convencida de la victoria de Sánchez. Aseguró que todo el socialismo andaluz trabaja para que vuelva el PSOE al Gobierno de España, si bien dejó un mensaje ambiguo de última hora: "El próximo domingo no importa lo que le pase a tal o cual persona... Lo que importa es que este país tenga futuro, que los españoles tengan futuro, que a España le vaya bien, a todos y a todas".

(SERVIMEDIA)
18 Dic 2015
MML/caa