Los enfrentamientos en Yemen se recrudecieron el pasado 26 de marzo, al iniciarse los bombardeos árabes. Se calcula que, desde entonces, los combates han matado a casi 4.000 personas y herido a otras 19.000, en tanto que 1,3 millones se han visto obligadas a huir de sus hogares.

Maurer ha sido testigo del sufrimiento de la población civil de Yemen tras concluir una visita al país de tres días, durante la cual visitó zonas afectadas por los combates en Saná y Adén, y mantuvo reuniones con autoridades gubernamentales.

“La situación humanitaria es simple y llanamente catastrófica. Todas las familias en Yemen se han visto afectadas por este conflicto. Las personas se enfrentan a enormes dificultades. Y está empeorando día a día. El mundo necesita despertar a lo que está pasando”, apuntó.

Maurer añadió que “el efecto combinado de intensas luchas y restricciones de importación está teniendo un impacto dramático” en la atención sanitaria.

“Los servicios de salud han sido atacados de forma masiva y han sufrido daños colaterales. Los medicamentos no se pueden conseguir y la atención al paciente se está cayendo a pedazos. Escasez de combustible significa que el equipo médico no funciona. La inseguridad significa que no hay campañas de vacunación. Y, por supuesto, los combates hacen que llegar al hospital sea una aventura peligrosa. Es un espiral terrible que pone miles de vidas en riesgo", explicó.

Desde el pasado enero, el CICR ha ayudado a distribuir agua a más de dos millones de personas y ha proporcionado alimentos y otros productos esenciales a más de 100.000 yemeníes, además de donar suministros médicos como equipos quirúrgicos especializados en heridas de guerra.

"Esto no puede continuar. Yemen se está desmoronando. Como cuestión de urgencia, debe haber una libre circulación de mercancías en todo el país. Las entregas de alimentos, agua y medicinas deben ser facilitadas. Aún queda mucho por hacer", dijo, antes de reclamar “una solución política rápida”.