Duque es corresponsal de Radio Nizkor, ha trabajado en la agencia de noticias Colprensa, en la unidad investigativa de Caracol y colabora con varios medios internacionales como ‘The Washington Post’. Además ha sido investigadora de Unicef en diversos países de América Latina, así como en el Innocenti Research Centre de Italia y en la Comisión de la Verdad de Guatemala. La revista ‘Newsweek’ la califica como una de las diez periodistas del mundo que más arriesgan su vida por informar.

Recuerda Duque, que desde el año 1977 han matado a 139 periodistas en Colombia “por su oficio. En 2011 murió sólo uno y la gente dice, qué bien, pero la verdad es que han matado sólo a un compañero porque el periodismo ya no denuncia. El periodismo en Colombia ha cambiado el chip, tiene miedo, la autocensura se instaló en el pensamiento. Ya no es un tema de libertad de prensa, sino de supervivencia”.

Además, las condiciones laborales son lamentables. “El 70% de los periodistas en Colombia no tiene contrato de trabajo, el 30% que sí lo tiene cobra el salario mínimo. Además hay muchos contratos por obra, que no reconoce ningún derecho laboral. Los que trabajan en la radio se convierten en periodistas-empresarios y vendedores de publicidad si quieren trabajar. Con lo cual la independencia no existe, el periodista está amarrado al anunciante, a quien domina la pauta de publicidad. ¿Cómo va a denunciar un reportero excesos de los gobiernos locales si éstos se anuncian y hacen posible que tenga trabajo?”, subraya esta periodista colombiana.

Lamenta Duque la ausencia de un sindicato de periodistas en su país y explica que esta situación ocurre porque seis de cada 10 asesinados en Colombia eran sindicalistas. “Colombia es el único país de América Latina que no tiene sindicato de periodistas. Yo soy la única periodista sindicalista pero porque en 2010 el Sindicato de Periodistas del Reino Unido e Irlanda me nombró miembro de honor. El estigma del sindicalismo es terrible y por eso nadie quiere asumir ese peligro de muerte”.

Se muestra muy escéptica con las conversaciones de paz que mantiene el gobierno de Colombia con las Farc. “Me temo, aunque me gustaría estar equivocada, que el desarme es a cambio de impunidad. Un proceso muy similar al que llevó Uribe con los paramilitares. Las víctimas, en el 80% de los casos civiles, no encontrarán justicia”.