(Reportaje)El Hotel Palace de Madrid cumple mañana 100 años

MADRID
SERVIMEDIA

Picasso, Sorolla, Dalí, Juan March, Alfonso XIII, Unamuno, Buster Keaton, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Carlos Gardel... Su registro de huéspedes es una lección de historia y son pocos los personajes importantes, desde artistas a reyes, escritores, hombres de negocios o políticos, que han pasado por Madrid y se han resistido al placer de alojarse en alguna de sus lujosas habitaciones. Estamos hablando del Palace, uno de los hoteles más famosos de la capital, un testigo privilegiado de la historia del país, al que nos acercamos con motivo de la celebración, este 12 de octubre, de sus 100 años de existencia.

Corría el año 1911 cuando en el hipódromo de la ciudad francesa de Deauville, considerada como “la reina” de las playas normandas, el rey Alfonso XIII conoció al empresario belga Georges Marquet, propietario de algunos de los establecimientos hoteleros más lujosos de Europa. En aquel entonces, Madrid solo contaba con un hotel de alto standing, el Ritz, que había abierto sus puertas tan solo un año antes por iniciativa del Monarca español.

UN HOTEL PARA LA ARISTOCRACIA

En la boda de Alfonso XIII con la princesa británica Victoria Eugenia de Battenberg, celebrada en Madrid en mayo de 1906, el Rey se molestó por no contar con un alojamiento adecuado para albergar a la alta aristocracia europea. Por ello, tomó la decisión de modernizar su ciudad natal y elevarla al nivel que le correspondía construyendo un hotel en la capital siguiendo los estándares de lujo y excelencia de los nuevos hoteles-palacio que se estaban edificando en otras grandes ciudades europeas, como París o Londres.

Sin embargo, el número de habitaciones con las que contaba el Ritz era insuficiente para dar respuesta a la demanda de establecimientos de este tipo en la capital. Por eso, en su encuentro con Georges Marquet, Alfonso XIII ofreció al empresario todo tipo de facilidades para que construyera en Madrid otro hotel de similares características.

Alentado por el Monarca, el empresario belga envió una comitiva de expertos a Madrid con el fin de buscar posibles emplazamientos para construir el nuevo hotel, que debía superar en servicios al de la competencia. Tras barajar diversos lugares, entre ellos la propia Gran Vía, finalmente se optó por un solar situado en la esquina de la Carrera de San Jerónimo y la plaza de Neptuno, propiedad de los duques de Medinaceli, uno de los mejores emplazamientos de la capital debido a su cercanía al Congreso de los Diputados, al edificio de la Bolsa y a la Puerta del Sol. El terreno de los duques albergaba un palacio que estaba en estado de semi-abandono y que fue derribado para construir el Palace.

TODO TIPO DE LUJOS

Las obras del nuevo hotel duraron tan solo 18 meses. El edificio se construyó sin escatimar en gastos. La estructura se fabricó con hormigón armado, lo que suponía toda una novedad para la época, y su interior fue decorado con exquisitez y todo tipo de lujos, como teléfonos y baños en cada una de sus 800 habitaciones. Para hacer los baños hubo que desplazar a Madrid fontaneros ingleses.

Al igual que ocurre ahora, una de las estancias que más impresionaba a los clientes y visitantes que por aquel entonces se acercaban al hotel era el jardín de invierno acristalado en forma de rotonda y la gran claraboya de vidrio de estilo art nouveau que lo corona.

El lujoso interior se completaba con salones preparados para organizar cualquier tipo de fiesta y banquete, salas de lectura, cabinas telefónicas, despachos privados y una sala de billar, entre otras estancias.

Aunque la inauguración oficial del edificio se llevó a cabo el 12 de octubre de 1912, en realidad sus puertas se abrieron por primera vez al público unas semanas antes, el 21 de septiembre. Un belga llamado Leopold Ghende, que pagó 7,50 pesetas por pasar una noche en la habitación número 141, pasó a la historia por ser el primer cliente registrado del hotel.

ÉPOCA DE ESPLENDOR

Desde un primer momento, el Palace se convirtió en un fenómeno social. Por su cercanía con el Congreso de los Diputados, era habitual ver en el lugar a los políticos más influyentes de la época. También era frecuente encontrarse en el hotel a algunos de los más famosos alumnos de la Residencia de Estudiantes, entre ellos Dalí, Lorca o Buñuel, así como a representantes del mundo de la farándula y de la alta aristocracia, que también acudían con asiduidad al lugar para disfrutar de sus espléndidos servicios.

Según explica el escritor español Arturo Pérez Reverte en el prólogo del libro 'Palace Hotel Madrid', publicado con motivo del centenario, “la década de 1920 fue, sin duda, la consagración del Palace, que ya estaba a la altura en fama internacional del Excelsior de Roma o el Negresco de Niza. Se puso de moda, además, que las familias adineradas organizasen actos con motivo de bodas, bautizos, cumpleaños y onomásticas en los salones del hotel, y allí se diesen homenajes y celebrasen acontecimientos de alta repercusión social”.

Esta animada vida social vivió un impasse durante la Guerra Civil española, cuando el edificio se convirtió, primero, en la embajada de la Unión Soviética en Madrid, durante un periodo de siete semanas, y, posteriormente, en un hospital de sangre. Tras la contienda, el hotel volvió a manos de su propietario, Georges Marquet, quien se encontró con un edificio en lamentable estado.

El Palace fue reconstruido, y en la actualidad, rebautizado con el nombre de Westin Palace, sin perder ese espíritu histórico que le otorga la experiencia de los años vividos, ofrece a sus clientes un ambiente de modernidad, confort y lujo a la altura de los mejores establecimientos hoteleros del mundo.

(SERVIMEDIA)
11 Oct 2012
MTG/caa