Lo dijo durante la celebración en Caixa Forum Madrid de la jornada ‘Soledad, aislamiento social y salud: propuestas de intervención’, en la que observó que “la comunicación ha tenido una especie de falta de empatía con lo que podían estar viviendo las personas mayores” durante la pandemia.

Destacó que durante este último año y medio se ha producido un “fracaso” de la tecnología como “vehículo de comunicación social”, ya que “los contactos sociales a distancia no pueden compensar totalmente la pérdida de contacto físico”.

Esto le sirvió para manifestar que “se han demostrado los límites de la tecnología como respuesta a la soledad” de las personas mayores, cuyo caso fue “especialmente lacerante, porque tienen una mayor brecha digital”.

Explicó que la soledad ha mostrado cierto dinamismo durante la pandemia, evolucionando desde el “aislamiento social” de la primera fase, que provocó un sentimiento de “vacío y abandono”, hasta la soledad “de carácter existencial” de la última época, ligada con “la conciencia de nuestra propia vulnerabilidad”.

Por ello, reclamó “cambiar la mirada de los modelos de envejecimiento”, con el fin de lograr “una vejez implicada en el bien común”, ya que “nos ha faltado flexibilidad al afrontar la pandemia y no nos creemos la importancia de la soledad, ni nos hemos creído que la soledad mata”.

En ese sentido, invitó a “unir el empoderamiento de las personas a estas estrategias de soledad”, para lo cual no sólo hay que construir infraestructuras físicas, sino también sociales.

Por último, comentó que “nos preocupamos mucho por cuestiones personales, individuales, pero poco por lo que nos atañe a los demás y hay que hacer una interpretación más allá de la cuestión personal de la soledad, que atañe al conjunto y al bien común”.