Insistió en que la ‘caja b’ nace “cuando Aznar es nombrado presidente del PP en 1990” y cuando en 2004 pierde las elecciones, “continúa funcionando”. A su juicio, pensar que el presidente del partido no tenía conocimiento de esa vía de financiación “no resulta razonable”, mientras que suponer que estaba al tanto de su existencia es una hipótesis “plausible”.

En esta línea, el abogado he pedido al tribunal que valore en su sentencia las declaraciones de los expresidentes del PP José María Aznar y Mariano Rajoy, que han negado la existencia de la ‘caja b’, pese a haber sido refrendada en sentencia de la Audiencia Nacional por la primera etapa del caso ‘Gürtel’ y confirmada por el Tribunal Supremo.

Rajoy y Aznar no han sido los únicos dirigentes del PP que han negado esa contabilidad paralela. A lo largo de estos tres meses de juicio, los exsecretarios generales de la formación Ángel Acebes, Francisco Álvarez Cascos, María Dolores de Cospedal y Javier Arenas han negado tener conocimiento alguno de su existencia o haber cobrado sobresueldos a su cargo.

La defensa del PP ha puesto todos sus esfuerzos durante la vista en desvincular políticamente al partido de la gestión de esos fondos irregulares. El encono de las antiguas cúpulas del partido hacia Bárcenas se hizo patente sobre todo en la declaración de Cospedal, que no nombro al extesorero en toda su comparecencia y llegó a decir que “la ‘caja b’ era de esa persona, no del PP”. La defensa del PP quiere evitar que el partido sea declarado responsable civil subsidiario, como piden las acusaciones populares y el fiscal.

Las acusaciones insisten en argumentar que la existencia de la ‘caja b’ no puede ponerse en duda porque ya ha sido acreditada en sendas sentencias de la Audiencia Nacional y del Supremo: “No son los papeles de Bárcenas, son los papeles del PP”, insistió el abogado José Mariano Benítez de Lugo, en representación de la Asociación de Abogados Demócratas por Europa (Adade).

Por su parte, Gonzalo Boye, en representación de Observatori Desc, consideró “indiscutible la autenticidad y veracidad” de los llamados ‘papeles de Bárcenas’ y restó importancia a la imprecisión de esa contabilidad, que en algunos casos registraba errores, porque “esos papeles no eran para enseñar a nadie, sino para una organización interna que se nutría de donaciones. Eran cuentas que no eran para enseñar al Tribunal de Cuentas, sino las cuentas internas que llevaban Bárcenas y Álvaro Lapuerta”.