Los firmantes alertan sobre los “peligros” que afronta Madrid y los “males” que padece, algunos por la actual coyuntura, pero otros muchos por “estructuras y tomas de decisiones surgidas de la ausencia de educación cívica y de la falta de ejemplaridad y cultivo de las virtudes públicas más elementales”. “En definitiva, desde la falta de cultura democrática que parece determinar la conformación y dinámica de nuestro escenario político”.

Piden reflexionar sobre “¿Qué Madrid queremos? ¿A qué Madrid aspiramos? ¿Qué Comunidad de Madrid deseamos que pueda ser acaso un paradigma en el cual todas las diferencias que constituyen nuestro Estado y Europa misma puedan verse reflejadas? En conclusión, ¿Qué Madrid necesitamos, mientras aún es posible?”.

Subrayan que Madrid es una de las comunidades más ricas de España, pero también “aquella en la cual los recursos se distribuyen de un modo más desigual. Un gigante con los pies de barro”, y una injusticia que tiene consecuencias “especialmente dolorosas” para la paz civil a la que “como ciudadanos libres e iguales, tenemos derecho en democracia. Porque sabemos que no hay sociedad de bienestar posible allí donde hay violencia social y falta de equidad. Madrid es una de las ciudades más populosas de Europa, con un potencial cultural de primer orden. Sin embargo, la actual coyuntura no ha hecho sino acelerar procesos de descomposición de los vínculos entre los ciudadanos y el desmantelamiento de aquellos dispositivos culturales que generan experiencias comunitarias.”.

“Necesitamos, más que nunca, políticos que entiendan el valor de la cultura en una sociedad, por encima de consideraciones meramente utilitarias y de mercado. Por ello, ante la confrontación, la exasperación, la ignorancia y las prácticas violentas y excluyentes instauradas como la forma habitual de hacer política, necesitamos de la educación democrática y de la racionalidad dialogal. Necesitamos de la educación en nuestra diversidad y pluralidad constituyentes y de la racionalidad de las diferencias enlazadas. Necesitamos saber terciar, moderar, traducir, pactar, respetar, comprender al otro y su perspectiva, necesitamos ser capaces de racionalizar, de generar razón: de comprender y re-crear. Necesitamos capacidad de negociación, de alcanzar acuerdos, de atemperar, de argumentar y de escuchar”.

Consideran que todas esas cualidades son las que encarna “el Profesor Ángel Gabilondo”, cuya ayuda puede permitir “deponer las exigencias extremas, los exabruptos, las descalificaciones, los insultos. Necesitamos proponer y construir. Necesitamos saber mediar, contemporizar, perdonar, saltar fuera de la lógica infinita de la venganza. Necesitamos tender la mano, llegar a acuerdos, debilitar conflictos. Necesitamos de la prudencia racional como criterio de nuestra praxis, institucional y personal, para con las otras y los otros”.

Gabilondo, aseguran, encarna “la vía intermedia que se abre entre los lodazales de la crispación para transitar, a través del diálogo, el pacto y la definición de acuerdos, hacia la posibilidad y organización de espacios donde toda la ciudadanía pueda habitar, desarrollarse y ser: convivir con el otro, por el otro y en medio de instituciones justas, democráticas. Lejos de las pugnas dialécticas que instrumentalizan los discursos hasta radicalizarlos y volverlos innecesariamente agresivos”.

“Lejos de las dicotomías de malos y buenos, de vencedores y vencidos, y de toda clase de dogmatismo, el pacto, el diálogo, son el único modo posible de hacer sociedad. Porque únicamente mediante ellos puede construirse la alternativa social que nos permita ejercer la libertad. La mejor libertad: aquella que asume y cuida de la diferencia, que vela por el derecho a la diferencia, sin diferencia de derechos. No libertad para excluir, contaminar o esquilmar el planeta. La libertad que sólo puede tener lugar si hay igualdad de oportunidades. La libertad, en definitiva, que sólo puede acontecer si es libertad para elegir y ser afirmando el derecho a la diferencia y a participar en el bien común, el derecho de que las otras y otros también puedan ser”.

Los firmantes exponen una serie de objetivos para los que Madrid necesita a Gabilondo: dar voz a la pluralidad inherente de Madrid, favorecer la cultura democrática de la no confrontación, incidir en la defensa de la libertad y la igualdad desde una enseñanza pública y social de calidad, promover la igualdad de oportunidades, comprometerse con la ecología, alentar un Madrid cosmopolita y abierto a las diferencias.

“Necesitamos aprender la serenidad, la paciencia, aprender a escuchar con oído atento; la palabra constructiva, de confianza, que permite atender la alteridad y favorecer o canalizar la pasión por la escucha y no por el grito. La pasión por la recepción y por sembrar el legado. Porque el verdadero maestro sabe cómo gestionar el presente y el futuro en relación a la memoria, haciéndose responsable de la justicia y atendiendo, sobre todo, a los más vulnerables”, aseguran.

“Frente al ruido y al rivalismo huero que sólo trabaja al servicio de los intereses propios, necesitamos proyectos serenos y razonados, bien construidos, necesitamos una persona de carácter que encarna la virtud de los que se dedican a la cosa pública: la templanza, la capacidad para estar a la escucha, para construir en común, para entender no sólo lo que otros dicen sino aquello que les hace decir. Madrid necesita un hombre de palabra. Madrid necesita a Ángel Gabilondo”, concluyen.