Los galardonados, de manera independiente y también colaborando, centraron su investigación en relacionar la función de cada planta en el ecosistema con rasgos físicos medibles, como la altura, el tipo de hojas o el tamaño de sus semillas. Identificaron así patrones en la diversidad funcional de las especies vegetales en el ámbito global.

El catálogo de estos rasgos funcionales se ha convertido hoy en una base de datos (llamada TRY, 'intento' en inglés) con unos 12 millones de entradas que refleja la diversidad de rasgos funcionales de cerca de 200.000 especies de plantas que utilizan investigadores para, por ejemplo, modelizar el impacto del cambio global en los ecosistemas y buscar la forma de mitigarlo.

El jurado del premio indica que Díaz, Lavorel y Westoby han ayudado a "ampliar el concepto de biodiversidad" a través de un "trabajo pionero para descubrir, describir y coordinar la medición de las características funcionales de las plantas".

"Las bases de datos cada vez más amplias (sobre rasgos funcionales de las plantas) están cambiando nuestra capacidad de predecir las consecuencias del cambio climático, tanto para la diversidad como para la función de nuestros ecosistemas", apunta el acta del jurado.

La llamada ecología de los rasgos' que han impulsado los tres galardonados "está mejorando el diseño y la eficacia tanto de los esfuerzos de conservación de la biodiversidad, como de los modelos predictivos de ecosistemas", añade el jurado, cuyos miembros han sido designados conjuntamente por la Fundación BBVA y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Por todo ello, el jurado considera que Díaz, Lavorel y Westoby han logrado "aportaciones extraordinarias a la descripción y preservación de la complejidad de la vida en la Tierra".

Sandra Díaz pertenece a la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) y al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina. Sandra Lavorel trabaja en el Laboratorio de Ecología Alpina en Grenoble (Francia) y en Landcare Research (Nueva Zelanda). Y Mark Westoby lo hace en la Universidad Macquarie, en Sidney (Australia).

“BIBLIOTECA DE LA VIDA”

Ante la dramática pérdida actual de biodiversidad, los tres galardonados coincidieron en resaltar la necesidad de actuar con urgencia, según la Fundación BBVA. "El funcionamiento del tapiz de la vida en la Tierra, del que todos formamos parte, está amenazado, y no podemos tener un futuro razonable sin él", advirtió Díaz, que añadió: "No es demasiado tarde para actuar, pero la ventana de oportunidad se cierra rápido, lo que hagamos en las próximas décadas será determinante".

Westoby, por su parte, ve las especies como un valioso legado de la evolución de la vida en nuestro planeta que debe preservarse. "De media, una especie tiene un millón de años de historia. Durante todo ese tiempo, cada especie ha estado resolviendo problemas de maneras diversas, así que cuando pierdes especies es como quemar bibliotecas o como arrasar monumentos históricos con una apisonadora, aunque yo diría que es algo mucho peor porque estamos hablando de la historia profunda de la vida en la Tierra. Y corremos el riesgo de perder muchas de ellas a lo largo de los próximos años", explica.

Lavorel concluye que la biodiversidad es una "biblioteca de la vida" que ni siquiera se conoce todavía en su totalidad y hoy se encuentra seriamente amenazada. "Todos sabemos hoy que es extremadamente urgente revertir la tendencia actual si queremos evitar el hundimiento de nuestro actual Arca de Noé", apuntó.