La creciente frecuencia de las olas de calor marinas y terrestres se ha relacionado con el calentamiento global en estudios anteriores. Sin embargo, se sabe menos sobre las olas de calor de los lagos y cómo se verán afectadas por el calentamiento global.

El nuevo estudio, publicado en la revista 'Nature', muestra que la duración de las olas de calor en los lagos podría aumentar unos tres meses de media al año y algunos de estos ecosistemas alcanzarían un estado permanente de calor extremo.

Iestyn Woolway, investigador de la Oficina del Clima de la ESA, y sus colegas modelaron el impacto de las olas de calor en 702 lagos de todo el mundo desde 1901 hasta 2099 y señalan, por primera vez, que estos episodios de altas temperaturas ocurren con frecuencia en los lagos y son muy sensibles a las variaciones climáticas.

Sus proyecciones de modelos climáticos múltiples demuestran que las olas de calor de los lagos empeorarán progresivamente a medida que avanza el siglo, particularmente en un escenario de altas emisiones de gases de efecto invernadero.

Es probable que la temperatura promedio de las olas de calor en lagos se incremente entre 3,7ºC y 5,4ºC, mientras que la duración media aumentará de una semana a más de tres meses a finales del siglo XXI.

En el escenario de emisiones más conservador, los aumentos medios de temperatura y duración son de alrededor de 4,0°C y un mes, respectivamente. Los autores encontraron que las olas de calor serían más duraderas y menos intensas en lagos más profundos.

A medida que los lagos se calienten durante este siglo, las olas de calor se extenderán a lo largo de todas las estaciones del año y algunos lagos alcanzarán un estado de ola de calor permanente, sugieren los autores.

"Agencias de todo el mundo informaron recientemente que 2020 fue parte de la década más cálida registrada y las proyecciones climáticas sugieren que este calentamiento continuará. A menos que se mitigue el cambio climático, nuestras proyecciones sugieren que las olas de calor de los lagos serán cada vez más severas este siglo, amenazando la biodiversidad de los lagos y llevando a los ecosistemas al límite de su capacidad de recuperación", apunta Woolway.