Cultura

El Cervantes prevé unas pérdidas de 25 millones, pero espera un “milagro de la primavera” en los presupuestos

MADRID
SERVIMEDIA

El Instituto Cervantes prevé cerrar este año con 25 millones de euros menos en su cuenta de resultados, según explicó este martes su director, el poeta Luis García Montero. Aunque el remanente ha servido para capear los azotes de la crisis del coronavirus, las pérdidas en la autofinanciación son notables y espera un “milagro de la primavera” en los presupuestos.

Hoy, que es el día del Instituto Cervantes y cuando los reyes, junto al presidente del Gobierno, acuden a la reunión de su patronato, García Montero ha aprovechado en una rueda de prensa celebrada esta mañana para relatar la situación financiera que atraviesa la institución, que depende de sus propios ingresos en un 47%.

La asignación del Estado, de unos 124 millones de euros, lleva estancada lo mismo que los Presupuestos Generales del Estado, prorrogados desde 2018. “Vivimos una situación difícil, ha sido fuerte el impacto de la pandemia pero nos ha permitido flotar el resultado de años anteriores, pero flotar más que navegar”, explicó el director.

El Cervantes cuenta con financiación propia a través de los cursos, exámenes y capacitaciones de español, así como con los convenios que tiene firmados con varias instituciones. Sin embargo, el coronavirus ha tenido un fuerte impacto en las matriculaciones y las clases se han tenido que adaptar a la vía telemática en la mayoría de los 45 países donde está presente.

“Empezamos cancelando actividades presenciales en China en febrero, y nos fuimos sometiendo a la extensión del coronavirus por todo el mundo. Hemos perdido hasta septiembre 18 millones de euros en autofinanciación”, lamentó García Montero. Sin embargo, “el remanente nos ha permitido flotar”.

Por eso, aprovechará el acto de esta tarde para, según sus palabras, “intentar llevar las lluvias de abril y el sol de mayo a esta tarde de agosto”, parafraseando a Machado, y trasladar a los responsables políticos las necesidades del Instituto.

De hecho, Luis García Montero comparó la situación financiera del Cervantes con el machadiano “olmo seco y caído”, pero, como dice el poema, pretende “anotar en mi (su) cartera la gracia de tu rama verdecida (la del Gobierno, se entiende)” y que, así, se obre un “milagro de la primavera” con los Presupuestos Generales del Estado.

A su juicio, la institución ha sabido resistir gracias a la capacidad de adaptación de la plantilla y el profesorado en el extranjero. “Si analizamos el total de matrículas y las comparamos con el curso pasado, sólo hemos caído un nueve por ciento pasando de 148.670 a 135.736”, dijo.

“Esto ha sido posible a la reacción inmediata del profesorado a las nuevas plataformas”, pero se han rebajado los precios de muchos cursos por ser ahora en línea.

Sin embargo, aunque el director del Cervantes está convencido de que la digitalización es necesaria y de que, incluso, tiene sus virtudes en la cuenta de resultados, se mostró profundamente partidario de que el español que se enseña en el Instituto Cervantes siga siendo presencial.

“Una crisis nos invita a meditar sobre nuestras debilidades, nuestras fortalezas y ver las posibilidades de futuro. En el Cervantes, como representante de la lengua y la cultura españolas, tenemos una voluntad presencial” por los “vínculos humanos” que requiere el español.

“No basta con enseñar el vocabulario, enseñar un idioma es algo más; es enseñar una cultura, la presencialidad y los vínculos son esenciales. Somos la cultura del abrazo”, insistió.

Aun así, el director del Cervantes se mostró optimista y recordó que “este año formamos parte de una comunidad lingüística de una lengua histórica” que alcanza los 489 millones de personas. De hecho, si se tiene en cuenta el número de hispanohablantes, “somos la tercera lengua después del chino mandarín y el inglés” con casi 600 millones de personas que la usan.

(SERVIMEDIA)
06 Oct 2020
GIC/gja