Así se pronunció en una rueda de prensa con motivo de la celebración en Madrid de la 246ª reunión de la Comisión Permanente del Episcopado. “Cada año hay un plebiscito en torno al 70% que ya lo quisiera tener algún grupo político o social para hacer valer sus pretensiones”, resaltó sobre la elección de la citada asignatura.

En este sentido, cuestionó “por qué quiere reducirse al ámbito privado”, pues “lo que es aconfesional es el Estado, la sociedad no lo es”.

El portavoz de los obispos reclamó asimismo que se respete el derecho de los padres en su libertad religiosa, petición que hizo extensiva, en nombre de los obispos, también “para el resto de confesiones con las que el Estado tenga acuerdos”.

Gil Tamayo lamentó que la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, aún no haya recibido a los prelados españoles para abordar cuestiones educativas, siguiendo los pasos del propio presidente del Gobierno, que sí recibió al presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, al poco tiempo de llegar a la Moncloa.

El secretario general de la CEE, cuyo mandato expira el próximo noviembre, también mostró su extrañeza porque el asunto de la materia de Religión y la educación católica concertada (Educación ha manifestado que modificará la Lomce en lo relativo a la demanda social de los centros concertados) sea un “tema traído y vuelto a traer” por la ideología de izquierdas “como distracción”. “Creemos que es un tema artificial más movido por interés ideológico”, manifestó.

Por ello, pidió a Celaá tener “una relación directa” a través de una entrevista con la ministra. “La tenemos pedida desde hace tiempo y no hemos recibido respuesta”, lamentó. En la hipotética negociación con el Ejecutivo, advirtió, los obispos se presentarían “dispuestos a dialogar” y desde la premisa de que “hay cosas que son innegociables”, como la presencia de la Religión en el marco escolar, pues en su opinión se trata de una asignatura “de formación integral” y “no es catequesis”.

“Hay que huir de los prejuicios”, apostilló, aunque “nunca en un diálogo hay puertas cerradas”. “Tendremos que hablar”, concluyó.