Así se desprende del estudio ‘La reputación de la marca España en el contexto europeo’ presentado hoy en Madrid por Reputation Institute y para el que se han encuestado a 1.400 europeos durante el 28 y 29 de noviembre.

El estudio concluye que ha bajado la intención de invertir en España cuatro puntos porcentuales hasta el 60% entre los meses de marzo y de noviembre de este año, así como la intención de visitar el país, que ha descendido en cinco puntos hasta situarse en el 82,4% de los europeos. De esta manera, la consultora constata que la tendencia al alza que venía experimentando España en estas dos variables desde 2014 ha cambiado a la baja desde el pasado mes de marzo.

Según el modelo de impacto económico para la inversión de Reputation Institute, el golpe estimado en la inversión real es de una caída del 1,95%. Por otro lado, según apuntan los datos, el descenso del 15,3% de turistas supondría una pérdida estimada de 12.000 millones de euros.

Por otra parte, también detecta que el 62% de los europeos considera que la crisis catalana ha perjudicado a la imagen de España y la reputación del país ha caído en 3,1 puntos si se compara con el mes de marzo. Francia y Alemania han sido los países que más han castigado a la marca España, al restarle 4,4 puntos en el caso de Francia y 7,6 en el de Alemania.

En cuanto a calidad institucional, que valora el entorno económico, el entorno institucional o político, el bienestar social o la seguridad, este indicador bajó 2,7 puntos con respecto a marzo. La caída de reputación en España, ha tenido un impacto en sus principales ciudades, pero es en Barcelona donde se registran los descensos más significativos con caídas en la intención de apoyo a su economía. Así cuando se pregunta a los encuestados si visitaría la ciudad, la intención baja en 5,2 puntos; para la posibilidad de invertir la intención baja en 7 puntos, en vivir lo hace en 6,8 puntos, y para trabajar baja en 8,1 puntos.

Por otro lado, el sentimiento europeo de apoyo a una situación similar a la de Cataluña en su propio país es bajo. Sólo el 10% de los europeos aceptaría una declaración de independencia unilateral de una región de su país.