VISITA DEL PAPA. JUAN PABLO II:"ES INACEPTABLE REDUCIR LA RELIGION AL AMBITO DE LO ESTRICTAMENTE PRIVADO"

- El Papa consagró la catedral de La Almudena ante los Reyes y reresentantes de las más altas instituciones del Estado

MADRID
SERVIMEDIA

El papa Juan Pablo II manifestó hoy, en la homilía que pronunció durante la ceremonia de consagración de la catedral de Santa María la Real de La Almudena, que en una sociedad pluralista como la española es necesaria una mayor presencia católica, por lo que "es inaceptable la pretensión de reducir la religión al ámbito de lo estrictamente privado".

El Pontífice, que reivindicó que este día sea para toda la comunidd "una apremiante llamada a la evangelización", defendió la dimensión pública de la fe y animó a los fieles: "¡Salid pues a la calle, vivid vuestra fe con alegría!".

La homilía formó parte de la compleja y simbólica ceremonia de consagración de la catedral de La Almudena que ofició el Papa, asistido por los cardenales Angelo Sodano y Angel Suquía, y en la que estuvieron presentes todos los obispos españoles. El ritual, de gran boato, se prolongó durante dos horas y media.

CONSAGRACION

La ceremoia se inició con el Coro de la Creación de Haydn, interpretado por los Coros de RTVE. Posteriormente, el cardenal Angel Suquía pronunció un discurso de agradecimiento, tras el cual los miembros del Patronato de la Fundación para la culminación de las Obras de La Almudena saludaron al Pontífice.

Tras una breve oración, el Papa echó agua bendita sobre el altar, mientras los cardenales Sodano y Suquía y los dos obispos auxiliares de Madrid repetían el mismo rito en los muros del templo.

Acto seguidose inició la liturgia de la palabra, en la que por primera vez se pronuncia la Palabra de Dios en la catedral: "Resuene por primera vez en esta casa la Palabra de Dios", dijo el Pontífice.

Después de la lectura del Evangelio, Juan Pablo II pronunció la homilía, en la que resaltó que "con la terminación de la catedral se da un paso importante en la vida de la archidiócesis", tras agradecer el empeño de todos los que han promovido su construcción. Le siguió la proclamación de la fe apostólica y una oracón para invocar a los santos.

Sin embargo, no fue hasta el rezo de la oración central de la ceremonia, en la que se suplica al Señor que santifique la iglesia, cuando se celebró el rito más simbólico: el Papa ungió con los óleos sagrados los cuatro extremos del altar y su centro, mientras los cardenales que le asistían y los obispos auxiliares de Madrid hacían lo mismo en los doce pilares principales del templo, que simbolizan los doce pilares de la fe cristiana, es decir, los doce apóstoles.

A cntinuación, fue elevado en el altar un brasero, en el que el Santo Padre prendió incienso, que simboliza el aroma de Cristo, mientras los diáconos repartían en botafumeiros la misma esencia por todo el templo. Seguidamente, los mismos diáconos llevaron, con velas en las manos, la luz a todos los rincones de la catedral.

INVOCACION A LA ALMUDENA

Antes de celebrar la Eucaristía, el Papa recibió obsequios de distintas personas y regaló un cáliz a la catedral. Al concluir la misa, reservó el Santísimo e el sagrario de la Capilla del Santísimo Sacramento.

Seguidamente, Juan Pablo II se dirigió al altar dedicado a la Virgen de La Almudena, donde veneró la imagen de la patrona de Madrid y rezó una oración en la que pidió protección para todos los que la invoquen. Tras rezarse la Salve, el Pontífice abandonó la catedral y se retiró a descansar.

A la salida del templo, Juan Pablo II fue de nuevo aclamado por los miles de personas que se congregaron pacientemente en torno a la catedral, a pesar del itenso calor reinante en la capital, lo que provocó que miembros de Cruz Roja tuvieran que atender a varios asistentes que sufrieron desmayos.

(SERVIMEDIA)
15 Jun 1993
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