Biodiversidad
El virus de la gripe aviar llega a pingüinos aparentemente sanos de la Antártida
- Científicos españoles confirman su presencia en todas las especies de animales analizadas en seis islas

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Un equipo de científicos españoles ha confirmado que el virus de la gripe aviar de alta patogenicidad (HPAI H5N1) se ha dispersado por la Antártida al detectarse este patógeno en todas las especies de animales analizadas en seis islas ubicadas al norte de la península antártica, entre ellas colonias de pingüinos aparentemente sanas.
La expedición científica CSIC-Unespa desarrolla desde el pasado enero y a bordo del velero 'Australis' una campaña, liderada por Antonio Alcamí, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (Cbmso-CSIC-UAM), con el fin de analizar la presencia de ese virus en la región antártica.
Los primeros resultados de la campaña han confirmado la presencia del virus en todas las especies detectadas en seis islas del mar de Weddell.
Este resultado positivo se ha obtenido en 42 animales, correspondientes a 28 cadáveres de especies como la foca cangrejera, ‘skuas’ (págalos), gaviota, paloma antártica, pingüino Adelia y pingüino Papúa, así como y 14 individuos vivos de ‘skuas’ y pingüinos de Adelia y Papúa.
“La carga viral en los animales muertos fue muy alta, lo que indica un riesgo de exposición al virus en la proximidad de los cadáveres”, asegura Alcamí.
El hallazgo permitirá a los programas polares nacionales estar preparados y plantear la adopción de medidas para evitar la transmisión de la infección por medios humanos y, sobre todo, el contagio de las personas, ya que muchos de los lugares donde se ha detectado el virus son visitados frecuentemente por buques turísticos y científicos.
PRUEBAS DE LABORATORIO
La presencia del virus HPAI (Highly Pathogenic Avian Influenza) fue confirmada por múltiples pruebas de laboratorio, como PCR específicas para el virus de la gripe y el subtipo H5, seguidas de una secuenciación de la región de corte de la proteasa, lo que define con una certeza del 100% la presencia del virus HPAI.
“Realizamos pruebas PCR en muestras de hisopos para identificar los genes M y H5 del virus. Posteriormente, la confirmación de la presencia del virus se realizó mediante secuenciación con la tecnología Oxford Nanopore”, explica Alcamí.
Además, los investigadores identificaron el virus HPAI en colonias de pingüinos a partir de muestreos de aire. “Recogimos muestras de aire con una bomba conectada a un filtro de nanofibras desarrollado por el CSIC que captura el virus. Posteriormente, llevamos a cabo pruebas PCR en el filtro para confirmar la detección del patógeno. Estos resultados indican que el muestreo de aire es una metodología válida para la detección del virus sin necesidad de manipular animales”, apunta el investigador.
Es relevante la presencia del virus en colonias de pingüinos aparentemente sanas. Su detección en ejemplares vivos de pingüinos de Adelia y Papúa indica que la infección puede estar extendiéndose en colonias sin causar una mortalidad elevada. “No sabemos si los pingüinos se expusieron al virus el año pasado y tienen inmunidad protectora o si son más resistentes de lo que esperábamos”, indica Alcamí.
En el ámbito geográfico, el caso más llamativo es el de Tay Head (Isla Joinville), donde la prevalencia del virus es particularmente alta. En esta zona, la infección ha afectado con especial virulencia a las focas cangrejeras.
DE AVES DE CORRAL A LA ANTÁRTIDA
Tras realizar muestreos en siete zonas del mar de Weddell (como las islas Devil, Beak, Beagle o Heorína), la expedición se desplazará al sur de la península antártica para estudiar nuevas áreas que permitan conocer mejor la dispersión del virus. “Nuestro objetivo es elaborar un estudio completo sobre la distribución del virus”, concluye Antonio Alcamí.
La cepa H5N1 de alta patogenicidad del virus de la gripe aviar evolucionó inicialmente en aves de corral, pero recientemente se ha adaptado para propagarse entre la fauna salvaje. Desde 2020, su propagación ha causado mortalidades importantes de aves salvajes y mamíferos en casi todo el mundo y en 2022 se confirmó su llegada a Sudamérica.
Su expansión a la Antártida fue confirmada por primera vez el 24 de febrero de 2024 gracias a los descubrimientos realizados por Ángela Vázqued y Antonio Alcamí, investigadores del CSIC.
(SERVIMEDIA)
14 Feb 2025
MGR/clc