Uno de estos yacimientos localizados, denominado inicialmente Cista de Sant Joaquín, próximo al poblado de La Menadella consiste en ocho formas circulares de gran tamaño que en principio se consideraron barracas de piedra en seco derruidas.

Ante la aparición del yacimiento se planteó la necesidad de realizar una excavación con el fin de determinar y conocer la identidad del mismo. La excavación, que se está desarrollando en la actualidad, ha puesto de manifiesto la existencia de una necrópolis con túmulos de incineración datada provisionalmente en el final de la Edad del Bronce y los inicios de la Edad de Hierro.

Esta Necrópolis está constituida por ocho grandes túmulos circulares que estuvieron cubiertos con falsa cúpula y rodeados por un gran muro perimetral que delimita el espacio. En el interior de uno de los túmulos se han descubierto diversas incineraciones humanas pertenecen al último momento de uso de esta necrópolis.

Fuera del perímetro que enmarca el muro de piedra en seco, está lo que en principio se creyó una cista y que puede ser un conjunto de lajas hincadas a modo de menhires que indicarían la entrada al lugar sagrado. Junto a las dos zonas descritas, aparece un amplio espacio con numerosas fosas repletas de cenizas y fragmentos de huesos que corresponde al crematorio.

Según el Director General de Patrimonio Cultural Valenciano, Manuel Muñoz, "estamos hablando de un hallazgo de primer orden que acrecienta el por fortuna inmenso patrimonio arqueológico y etnológico de la Comunidad Valenciana. Conforme se vaya profundizando en los trabajos de excavación iremos informando a la opinión pública".