La comercialización de la proteína depende del dictamen de las autoridades científicas de la Unión Europea, aunque responsables de la empresa afirman que la producción podría niciarse a principios de 2001.

La proteína de alfalfa, que tiene un valor nutritivo similar al de la leche de vaca y ligeramente superior al de la soja, permite la fabricación de aditivos para comidas, ingredientes para la fabricación de postres y salsas, así como el desarrollo de nuevos productos en la industria farmacéutica y cosmética. Las principales ventajas de la nueva sustancia es su ausencia de gluten, lactosa y colesterol, por lo que evita los principales riesgos del consumo de este tipo de poductos.

El comercio mundial de proteínas de soja mueve unos 30 millones de euros al año (5.000 millones de pesetas) y los mayores productores son Estados Unidos, Argentina y Brasil.

Además, los cultivos de alfalfa se extienden por Europa, ya que es una planta que no requiere fertilizantes y sólo precisa de un nivel bajo de herbicidas. La UE apuesta por su cultivo apoyándose en el bajo impacto medioambiental que genera, por lo que subvenciona a los agricultores que trabajan con ella hasta con un 4 por ciento de sus ingresos totales. Este nuevo avance puede hacer más rentable su cultivo, lo que beneficiaría a productores y a la UE, que podría disminuir el volumen de sus subvenciones.