La "farsa", con guardaespaldas incluidos, fue montada por un relaciones públicas llamado Marcelino Sosa, quien contactó con la emisora de Radio Onda Cero Música para que patrocinase la llegada de la estrella estadounidense.

La falsa Madonna llegó incluso a hablar por antena como si se tratase de la auténtica. El director de la emisora, José Luis Martín, reconoció posteriormente que había sido víctima de un fraude.

También fueron tiados los propietarios del Hotel Reina Isabel, que cedió de forma gratuita la mejor suite del establecimiento a la falsa cantante, así como guardas jurados y una infraestructura especial cuyo coste ascendió a 5 millones de pesetas.

La farsa habría continuado de no ser por los "fans" de la cantante que se habían amontonado a la entrada del hotel, quienes descubrieron un "fallo" en la doble: se acercó a hablar con ellos, "algo que la auténtica Madonna jamás habría hecho", según manifestaron.

Tras decubrir el engaño, los "fans" comenzaron a llamarla impostora y ante la insistencia de los medios de comunicación la doble reconoció que ella no era Madonna, por lo que fue expulsada del hotel por la dirección del establecimiento, entre los gritos y abucheos de sus "fans" que se mostraban indignados por el engaño.

La "artista" abandonó el Reina Isabel en la misma lujosa 'limoussine' que la había paseado por la ciudad y por la isla y no pudo culminar el último acto previsto, que consistía en un encuentr con sus seguidores en un "pub" de la ciudad.

Dos inspectores del Cuerpo Nacional de Policía han iniciado una investigación y los perjudicados no descartan presentar una querella contra el relaciones públicas y la suplantadora.