El Tribunal defiende la intervención del Estado en el control el mercado de obras de arte cuando tiene un fin legítimo, dentro del marco de la protección del patrimonio cultural y artístico del país, pero considera que el galerista Beyeler no recibió una compensación financiera y moral suficiente. El Tribunal deja seis meses de plazo a ambas partes para llegar a un acuerdo o él mismo fijará la indemnización.

Hans Beyeler compró en 1977 la obra de Van Gogh por 600 millones de liras (alrededor de 450.000 dólares de la época), pero no reveló a las autoridades italinas que él era el verdadero propietario del cuadro hasta que, en 1983, decidió venderlo a la fundación Guggenheim de Venecia, por 8,5 millones de dólares. En 1988, el Estado italiano pudo ejercer su derecho preferente de compra y ofreció un precio inicial de 600 millones de liras, sin tener en cuenta la inflación.