TRES HORAS DE ESPERA PARA ASISTIR A LA MISA POR DON JUAN

MADRID
SERVIMEDIA

Más de tres horas aguardaron muchas personas en as escaleras de la iglesia de San Jerónimo el Real, de Madrid, para asistir a la misa en memoria de don Juan de Borbón, la única ceremonia abierta a los madrileños, junto con la capilla ardiente, en el programa oficial de honras fúnebres por el padre del Rey.

Antes de las cinco de la tarde ya había varios centenares de personas congregadas en las inmediaciones de la iglesia, esperando poder entrar en el templo, mientras que efectivos de la Policía Local se encargaban de limpiar las calles adyacentes d coches aparcados, pero sin cortar el tráfico en ninguna vía.

Sólo media hora antes de la celebración litúrgica, a las seis y media de la tarde, las calles de la Academia, Moreto, Ruiz de Alarcón y Casado del Alisal fueron cortadas al tráfico en sus tramos más próximos a los Jerónimos.

Un amplio despliegue del Cuerpo Nacional de Policía ordenaba la cola de ciudadanos que se formó en la calle Ruiz de Alarcón una vez se completó la iglesia, además de los que esperaban expectantes en la acera de enfente, junto a los jardines del Museo del Prado. Después, con la calle ya cortada a la circulación, todos formaron un solo grupo frente a la entrada del templo.

Los altavoces instalados en el exterior retransmitían música clásica de RNE-Radio 2 y el clima general era de una apacible serenidad. Sólo una parte del público, varios centenares que esperaban la llegada de la Familia Real por la parte posterior de la iglesia, estaban un poco más agitados.

"Por favor, apártese", le dijeron dos señoras al nformador, "que llevamos dos horas aquí y no nos deja ver". Acababan de llegar en medio de aplausos los coches con la esposa de don Juan, doña María de las Mercedes, y las hermanas del rey Juan Carlos, las infantas Pilar y Margarita, junto a otros miembros de la Familia Real, pero aún no habían hecho acto de presencia los Reyes.

A las siete menos un minuto apareció la comitiva real: los aplausos arreciaron cuando pasó el vehículo con la bandera de la Casa Real. Además de don Juan Carlos y doña Sofía, staban allí las infantas Elena y Cristina y el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón.

Todo fue visto y no visto. Varios minutos después la voz del oficiante comenzó a oírse en la calle: la misa había comenzado. Los pocos que habían acudido para ver a Sus Majestades se fueron -"Por televisión habríamos visto más", comentaba una mujer a otra-, mientras que los más permanecieron en su sitio oyendo el funeral por la megafonía con semblante solemne.

(SERVIMEDIA)
05 Abr 1993
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