El sondeo, al que tuvo acceso Servimedia, se realizó el pasado mes de enero entre 898 automovilistas, como parte de una investigación sobre los coches y la cultura. Los que aseguraron que darían prioridad a algún gasto para mejorar su coche fueron el doble que quienes puseron por delante a las mujeres.

Al preguntarles en qué se gastarían primero el dinero si tuvieran que elegir un regalo costoso, un 18% dijeron que lo dedicarían a comprarse un nuevo equipo de música, llantas de aleación u otros accesorios para el coche, mientras que sólo un 7% aseguraron que le harían un gran regalo a su media naranja.

Además, un 45% de los dueños de coches admiten que le han puesto nombre al automóvil, un 80% afirman que hablan con él y un 78% reconoce abiertamente que siente caiño por su vehículo.

El director ejecutivo de la RAC Foundation, Edmund King, declaró que, un siglo después de que los automóviles comenzasen a rodar por las calles británicas, "las llamas de la pasión arden con más brillo que nunca y el romance sigue floreciendo y creciendo".

"Los automovilistas", explicó, "son más dependientes que nunca de sus coches, con un 89% que dicen que les resularía difícil ajustar el estilo de vida a estar sin vehículo. Para muchos, es más que un asunto amoroso con el cche, es una dependencia vital".

Conrad King, consultor psicológico del RAC, agregó que los automóviles "incitan la pasión", pero que si esa querencia va en detrimento de las relaciones con las personas debe buscarse ayuda. A su juicio, "muchos hombres podrían contar el viejo chiste: '¿por qué los hombres prefieren los coches a las mujeres? Porque no necesitan comprar flores para encenderlas'. Para muchos", señala este psicólogo, "eso es triste pero cierto".

Gran Bretaña es el principal mercado auomovilístico de Europa, después de Alemania, y también el país que sufre más atascos de tráfico, lo que ha motivado la iniciativa del alcalde de Londres de imponer un peaje para acceder al centro de la ciudad. Las investigaciones del RAC también indican que el coche es el segundo lugar preferido de los británicos para hacer el amor, aunque es de suponer que eso no sucede en parajes tan concurridos como los afectados por el nuevo peaje.