Los accidentes registrados fueron 706.000, de los que 691.000 resultaron leves y 13.650 graves. La cifra global de siniestros superó en 10.000 a la de 1990, pero los graves disminuyeron en 120.

Domínguez atribuyó esta evolución de la siniestralidad al descenso de la actividad prouctiva y la mayor exigencia por parte de los trabajadores de medidas que garanticen la seguridad y en sus empleos.

El sector con un mayor índice de accidentes continuó siendo el de la construcción, sobre el que recayó el 50,11 por ciento de las actas de infracción en materia de seguridad e higiene abiertas el año pasado por la Inspección de Trabajo.

En los datos proporcionados por Domínguez no están incluidos los accidentes ocurridos "in itinere", al ir o volver del trabajo, que representan aproxmadamente la cuarta parte del total de siniestros mortales.