En el haber de Aznar, "The Economist" apunta que "ha hecho las paces, al menos por ahora, con los letalmente problemáticos separatistas vascos" y "ha persuadido a los menos incendiarios pero igualmente egoistas catalanes para que sigan apoyando su Gobierno en el Parlamento de Madrid".

"Sobre todo", añade, "ha reunido una impresionantemente sana retahla de cifras económicas. Y se las ha arreglado para confundir a los dubitativos banqueros de Europa al conseguir meter a España entre los surfistas de la primera ola de la moneda única".

"The Economist" asegura que Aznar ha sabido evitar una imagen netamente derechista de su Gobierno, al apartar del núcleo de mando tanto a los ultracatólicos del Opus Dei como a los ultraliberales al estilo de Margaret Thatcher.

La revista añade que Aznar "dirige con mano de hierro su partido, exige una lealtad aboluta a su staff y es despiadado a la hora de despachar a los incompetentes".

Según "The Economist", lo extraño es que, dada la buena situación de España actualmente, Aznar no sea más popular de lo que realmente es y sólo aventaje en cuatro puntos de expectativa electoral al PSOE.

La razón, a su juicio, estriba en que los españoles tienen el corazón situado "a la izquierda del centro", algo de lo que es consciente Aznar y, por eso, es muy improbable que asuma un papel de liderazgo de la derecha eropea.

Por el contrario, subraya la revista, es en el primer ministro laborista Tony Blair en quien Aznar se fija últimamente con más interés en busca de "camaradería, incluso inspiración". Ambos tienen en común "una fuerte fe cristiana" y "mujeres profesionales inteligentes" que les empujan a seguir adelante.