Aunque el número de personas que colocan a MSF como heredero solidario se mantuvo estable respecto a 2022, los ingresos fueron notablemente superiores en 2023. Esto se debe esencialmente a la recepción de dos herencias de alto importe que recibió la organización el año pasado “de manera excepcional”. Ambos testamentos fueron firmados en Madrid y, juntos, superan los siete millones de euros.

Así mismo, el número de personas que se pusieron en contacto con la organización para informarse sobre esta opción en 2023 aumentó casi un 90% respecto al año anterior. Un incremento que “se mantendrá e incluso será mayor” en 2024, ya que solo entre enero y julio las personas interesadas superan en un 22% a las del año pasado.

Los datos aportados por MSF reflejan que, dentro del perfil de los testadores, destacan las personas con una media de 67 años, sin grandes distinciones de sexo (hay equilibrio entre hombres y mujeres que hacen testamento solidario) y sin descendientes. De hecho, la mayoría indicó que “la falta de sucesores” fue una de sus motivaciones para incluir a MSF en su testamento, o que “su familia estuviera bien cubierta económicamente”.

En cuanto a los datos geográficos, destacan Madrid, Cataluña, País Vasco y Comunidad Valenciana como las regiones desde donde se recibieron “la mayoría de los fondos derivados de herencias”. En el 25% de los casos, además, los testadores no eran colaboradores habituales con la organización.

El testamento solidario se define porque incluye una “causa social” en su contenido. Es decir, que incorpora a una o varias ONG como beneficiarias de una herencia o legado, ya sea en solitario o junto con otros herederos o sucesores. “no es necesario que las ONG sean las únicas que figuren en el testamento para que este se considere solidario”.