Emilio Carreño, jefe de Area de la Red Sísmica, declaró hoy a Servimedia que, en contra de lo que puede parecer tras los últimos terremotos localizados en Taiwan, Grecia y Turquía, en 1999 estos movimientos no se están prodigando más que en otros años.

Carreño señaló que la gran diferencia respcto a otros años no radica en el número ni en la intensidad, sino en la localización, ya que el epicentro de los terremotos citados se situaron en zonas con alta densidad de población, provocando un elevado número de pérdidas de vidas humanas.

"Todos los años", señaló el portavoz de la Red Sísmica, "se producen terremotos de magnitud similar al de ayer, en Taiwan, o a los de Turquía y Grecia, pero se localizan en el mar y en zonas del planeta que no están pobladas, y no causan daños".

ESPAÑA

Repecto a la posibilidad de que se pueda producir un gran terremoto en la Península Ibérica, señaló que en la actualidad es imposible predecir un movimiento sísmico.

Sin embargo, las estadísticas elaboradas por el Instituto Geográfico Nacional, del que depende la Red Sísmica, sobre la posibilidad de que España sufra algún tipo de actividad sísmica revelan que el sur del país tiene un margen del 90 por ciento de probabilidades de registrar un gran terremoto en los próximos 500 años.

Carreño matizó qe se trata de un cálculo de probabilidad elaborado en base a la estadística de los grandes terremotos que se han registrado históricamente en la península, por lo que podría no producirse ningún movimiento sísmico importante en ese periodo.

Las zonas de mayor índice de sismicidad son Granada, las proximidades de Málaga y la cuenca de Almanzora, en Almería. Los terremotos más importantes que ha sufrido España y sobre los cuales existe documentación han sido los ocurridos en Olot-Camprodón (Gerona) en 128, Carmona (Sevilla) en 1504, Almería en 1522, Málaga en 1680, Torrevieja (Alicante) en 1829 y Arenas del Rey (Granada) en 1884.

Al contrario de lo que ha ocurrido en la zona de Taiwan que ha sufrido el terremoto, en España se producen innumerables temblores de escasa importancia, que pasan despercidos a la población, que permiten liberar tensión acumulada en las placas tectónicas y reducen el riesgo de un gran terremoto.

La actividad sísmica en la Península Ibérica y en el Magreb está condicionda por su situación respecto a las placas tectónicas euroasiáticas y africana.

No obstante, los expertos coinciden en señalar que el riesgo de terremotos en la Península Ibérica no es comparable al de otros países europeos, como Italia, Yugoslavia y Grecia.