El cura había sido condenado por la Audiencia Provincial de Pontevedra por un total de doce delitos de abusos sexuales, uno de ellos agravado por acceso bucal y otros dos en grado de tentativa de penetración anal.

Sin embargo, el Supremo considera que los dos delitos de agresión sexual en grado de tentativa fueron en realidad agresiones sexuales frustrados, ya que las dos víctimas objeto de las mismas evitaron, pese a la fuerza empleada por el cura, la penetración.

"La agresió sexual se caracteriza por un acto de violencia (o intimidación) sobre la vícitma, para conseguir doblegar la voluntad de ésta, por la fuerza, como incuestionablemente concurre en el caso de autos", dice el Supremo.

El Supremo desestima el recurso del cura condenado, quien consideraba insuficientes las declaraciones de los menores para condenarle. Sin embargo, los magistrados alegan que el testimonio de las víctimas es verosímil y coherente, carece de móviles espurios y están avalados por informes psiológicos.

Los magistrados del Supremo también rechazan el recurso presentado por el Obispado de Tui (Vigo), declarado responsable civil subsidiario de los hechos.