Los hechos ocurrieron el 4 de abril de 1991 en el colegio público Antoni Balmanya de Barcelona, cuando la niña Elisabeth Sala Aldabo, que entonces tenía 10 años, se encontraba jugando en el recreo con otras compañeras con una pelota maciza de tres centímetros de diámetro.

Las alumnas se encontraban bajo el techo que hayen el lateral del patio donde jugaban a rebotar la pelota, que finalmente impactó contra el ojo derecho de la niña. El golpe le provocó un desprendimiento de retina del que fue operada en varias ocasiones, sin que pudiera evitarse la pérdida de visión en ese ojo.

La sentencia rechaza que sea imposible evitar que los alumnos introduzcan pelotas pequeñas en el colegio y que no se ha podido probar que las niñas salieran del patio de recreo, como argumenta la Generalitat de Cataluña.

En este sentido,el Alto Tribunal sostiene que los responsables del centro tienen la obligación de vigilar a los niños para que no utilicen "elementos de juego peligrosos en lugares inadecuados", máxime cuando en dicho colegio sólo se permiten pelotas blandas.

Por estas razones, el Supremo condena a la Consejería de Enseñanza de la Generalitat de Cataluña a pagar a la niña una indemnización de 20 millones de pesetas, en concepto de responsabilidad patrimonial.