La convención socialista, que fue objeto de un espectacular dispositivo de seguridad, acaparó el interés informativo del día y eunió a un total de 300 medios de comunicación nacionales e internacionales, representados por un millar de profesionales.

Cerca de 1.500 rosas, símbolo del Partido Socialista, fueron repartidas a los asistentes por varias jóvenes, que se las ofrecían una vez que éstos pasaban el riguroso control de seguridad.

Algunos delegados, que a su paso por la célula electromagnética hacían sonar los pitidos de advertencia, tenían que despojarse de las llaves, las monedas e incluso las gafas -en el caso de ue llevaran montura metálica- para franquear la barrera de seguridad.

FUERA EL CINTURON

En uno de estos controles un periodista tuvo que quitarse hasta un cinturón con incrustaciones y adornos de metal, que provocaba la señal de alarma. Mejor suerte corrió una embarazada, que fue eximida de pasar por el dispositivo.

Rosas, pero en forma de insignia colocada en la solapa, llevaban también la mayoría de los delegados "guerristas" andaluces. Algunos de ellos, que regalaron estos "pins" a los inforadores, les advirtieron, en tono jocoso, que si se "atrevían" a lucirlos podrían granjearse la enemistad de los "renovadores".

La llegada de los primeros "pesos pesados" del congreso ocasionó el consiguiente revuelo entre los representantes de la prensa, que, con las cámaras, micrófonos, y grabadoras en ristre, corrían de un lado a otro a la "caza y captura" del personaje en cuestión, para recoger sus primeras impresiones.

En algunos casos se produjeron anécdotas como la de una anciana que, sorprndida ante el tumulto que suscitaba la presencia de Carlos Solchaga, recriminó a los periodistas y les dijo: "Tened cuidado, que me lo vais a matar".

"LA MAR DE GUAPOS"

La sesión comenzó con el dictamen de la Comisión de Credenciales y la constitución de la Mesa del Congreso. El presidente del PSOE, Ramón Rubial, tuvo que intervenir cuando se debatía una propuesta sobre el sistema de votaciones, para que los delegados no se dedicaran a mirar quién votaba a favor y en contra. "No mirarse, hombre, queestáis la mar de guapos todos".

A continuación, el presidente de la Mesa, Joan Lerma, leyó la relación de delegaciones e invitados al congreso, a lo que los asistentes respondieron con aplausos que se intensificaron al ser citadas la UGT, CCOO, el Partido Socialista Francés, el Frente Polisario, el Frente Sandinista y la OLP.

Tras la intervención del presidente de la Internacional Socialista, Pierre Mauroy, tomó la palabra el secretario general del PSOE, Felipe González, para defender el informe e gestión de la Ejecutiva saliente, en lo que constituyó el principal acto político de la jornada.

Para entonces, casi todos estaban pendientes del discurso del presidente del Gobierno y muy poca gente se concentraba en los pasillos y aledaños a la sala principal.

ESCENARIO

El escenario montado para el 33 congreso está presidido por un gran panel de vídeo que refleja las imágenes de los oradores y que está flanqueado en los laterales de la sala por una fotografía de Pablo Iglesias y por el tradcional anagrama del Partido Socialista: el yunque, las plumas y un libro.

El atril de los intervinientes -de reducidas dimensiones- está colocado a la derecha del escenario y delante de tres filas de escaños ocupadas por los integrantes de la Ejecutiva del partido. En las paredes, paneles, moquetas y mobiliario predominan los tonos marrones, ocres, beiges y crudos.

Durante la sesión de tarde se produjo una "guerra" de 'pins' y pegatinas en los pasillos próximos al pleno, ya que muchos delegados s encargaron de repartir este material en favor de la democracia paritaria.

La dirigente socialista Carmen García Bloise, que por la mañana faltó al congreso, acudió a primeras horas de la tarde al Palacio de Congresos. García Bloise, que recientemente fue sometida a un trasplante de hígado, llevaba una mascarilla para evitar contagios y su presencia no pasó inadvertida para los informadores, que rápidamente se acercaron para saludarla.

En el exterior del Palacio de Exposiciones y Congresos reinó na calma tensa durante toda la mañana: un fuerte dispositivo policial estaba alerta porque un convoy formado por quince autocares y otros vehículos particulares venían desde la localidad jiennense de Linares con un millar de trabajadores de Suzuki-Santana dispuestos a hacer oir su voz frente a los delegados del congreso socialista.

A las 12 del mediodía, después de haber sido parados dos veces por la Guardia Civil durante el viaje, los obreros se plantaron en la plaza de Lima. Los manifestantes, a pesr de parecer que estaban solos, recibieron el apoyo de algunas bocinas solidarias y la comprensión de los conductores cuando, durante media hora, un grupo cortó el tráfico en la plaza del Sagrado Corazón.